Tim Bowers, radiofísico espacial (parte 2)
Sumario:
Año 2122, ya he decidido en qué área volcar mi forzado retorno a la vida laboral: he elegido el proyecto de la terraformación de Europa, el satélite joviano. Soy Tim Bowers, radiofísico espacial al servicio de la Confederación del Sistema Solar (CSS), despertado de mi letargo por una cláusula de contrato que no leí, “obligado” […]
Año 2122, ya he decidido en qué área volcar mi forzado retorno a la vida laboral: he elegido el proyecto de la terraformación de Europa, el satélite joviano. Soy Tim Bowers, radiofísico espacial al servicio de la Confederación del Sistema Solar (CSS), despertado de mi letargo por una cláusula de contrato que no leí, “obligado” y “encantado” de participar en la conquista del espacio.
Júpiter es un planeta gaseoso y su campo magnético es 10 veces mayor que el de la Tierra. El origen se debe a la densa capa de hidrógeno y helio, que en elevada rotación, alcanza una alta conductividad eléctrica.
Tras conseguir modificar ligeramente la velocidad de rotación de Júpiter a lo largo de 50 años, se logró que Europa quedara protegida por los cinturones del campo magnético de Júpiter, ya que el propio generado por Europa es muy débil. A continuación se construyeron las piezas de la esfera de Bernal, según el proyecto de Ken Roy, aprovechando los materiales de la Luna y se catapultó hasta Europa. El ensamblaje no había sido difícil. Tras varios ajustes, encerrar un mundo con una esfera de Bernal-Roy lo hacía habitable, o casi. Había varios factores que podían desestabilizar este nuevo mundo, los cuales eran necesarios mantenerlos a raya. El primero es el campo magnético de Júpiter, el segundo el impacto de meteoritos y, finalmente, la mortífera radiación externa.
Los dos primeros factores ya estaban claros (leer aquí la primera de este post). Mi labor consistía en el tercer factor, la protección radiológica. El material con que se construía la esfera, el kevlar, era suficiente para actuar como blindaje primario para las partículas cargadas que no eran desviadas totalmente por el campo magnético joviano. No obstante, las partículas sin carga eléctrica no eran desviadas y el kevlar no bastaba, como tampoco la tenue atmósfera de Europa encerrada en la esfera. Y hasta aquí todo este rollo para explicaros mi específica función, jejejejeje.
Por tanto, ¿cómo proteger Europa de las partículas no cargadas, como los neutrones y los fotones? Además, en el hipotético -y posible- caso de ser alcanzado por los rayos gamma de una explosión supernova, el kevlar también sería insuficiente. Entonces, ¿cómo proteger a Europa de fotones muy energéticos? Se podría pensar que la solución requiere de más espesor de kevlar, pero eso significa un procesado muy lento y posiblemente ineficaz para los neutrones, ya que se genera radiación secundaria indeseable. ¡Madre mía!, en qué follones me meto.
El kevlar aporta rigidez estructural e impermeabilidad y, además, gracias a su alto contenido en hidrógeno (construido con un 60% de parafina) consigue termalizar (reducir la energía) los neutrones energéticos, aunque no los detiene. Sin ambargo, el ausradd es eficaz para absorber los neutrones termalizados, sin provocar interacciones sucesivas. El ahora famoso ausradd es un nuevo material creado a base de boro con infiltraciones de la bacteria Streptococcus pyogenes, conocida por su capacidad de desintegrar y digerir carne. Los investigadores australianos del NSCC partimos -en mi otra vida, claro- de una proteína de esta bacteria (la que utiliza para unirse a células humanas) y de esta forma logramos desarrollar un pegamento que se une selectivamente a nivel molecular con las sustancias que contienen las proteínas correctas. Así conseguimos pegar la estructura de boro inicial a nivel molecular, aumentando la sección eficaz para los neutrones “lentos” en un factor 10.000. No hay necesidad de plomo ni cemento lunar para frenar los fotones secundarios, toda una proeza. Sólamente hay que acoplar ausradd con kevlar. Sencillo, ¿no?.
Pero, ¿qué hacemos ante la llegada de los fotones súper energéticos? Contra eso el kevlar y el ausradd no son eficaces, por ahora. Esta situación requiere, de alguna forma, una solución más compleja, o tal vez más bestia.
Para este menester, el desarrollo de la minería espacial había aportado una solución. La demanda en el sistema solar de nuevos componentes había esquilmado los recursos terrestres de platino, níquel, oro, silicio y elementos de las tierras raras. La nueva nanotecnología basada en estos componentes hizo que fuera rentable “cazar” algunos de los asteroides próximos a la órbita terrestre y explotarlos en el mismo espacio. Además, la presencia de agua en dichos asteroides resultaba valiosísima como combustible y el motor de hidrógeno ya era una realidad.
Como centro de operaciones y residencia espacial, se había diseñado y ubicado la colonia espacial Gondwana en el punto L1 de Lagrange. Gondwana era un cilindro de O’Neill, creado posteriormente a Pangea, que era un toro de Stanford. Gondwana fue creada sólo con materiales de la Luna y asteroides. Estaba dotada de una amplia zona residencial, bosques, un gran canal y además había un centro de investigación de la CSS, donde yo quería instalarme.
En el punto L2 de lagrange se había ubicado un conglomerado de asteroides explotados por la ingeniería, como residuo tras la extracción de los materiales aprovechables. Dichos restos rocosos eran compactados formando un sólido de alta densidad. Es decir, L2 era el basurero de la minería espacial y dicho “astro basura” fue bautizado como Rockoff. Rockoff se podía utilizar como escudo anti-radiaciones. Por consiguiente tanto Júpiter como Rockoff actuaban de barreras pasivas de blindaje. Esto sólo protege a Europa en dos direcciones (más o menos una línea), así que, ¿qué hacemos con el resto de direcciones angulares (que son la mayoría)?. Para este caso se había creado artificialmente un par de satélites similares a Rockoff, denominados Wandering_A y Wandering_B, en los puntos L4 y L5 de Lagrange, pero con posibilidad de sacarlos de órbita y reubicarlos en la dirección que previamente se haya advertido una supernova a punto de caramelo. Así que el equipo dedicado a la vigilancia del espacio profundo debía escudriñar bien todos los sectores del espacio y anticiparse a explosiones de supernovas, impactos de meteoritos y cometas.
-¿Dr. Bowers? Estamos impacientes de su respuesta -el Dr. Barham me despertó de mi mundo, que pacientemente aguardaba en qué casilla de mi contrato debía de hacer click.
-Disculpe Dr. Barham, ¿qué tal se vive en Gondwana? -A los 40 años, había vuelto a nacer, pero esta vez al estilo de la serie Firefly.