¿Cuál es el origen del trébol radiactivo?
Sumario:
El símbolo que se utiliza para indicar la presencia de radiación es lo que se conoce como “trébol radiactivo”, un círculo negro del que salen tres alas formando 120º entre sí sobre un fondo amarillo de forma triangular (como todos los símbolos que indican peligro) . Hace un tiempo leí su historia y me pareció curiosa y […]
El símbolo que se utiliza para indicar la presencia de radiación es lo que se conoce como “trébol radiactivo”, un círculo negro del que salen tres alas formando 120º entre sí sobre un fondo amarillo de forma triangular (como todos los símbolos que indican peligro) . Hace un tiempo leí su historia y me pareció curiosa y bonita de contar. Ahí voy.
El primer icono conocido de advertencia de radiación fue diseñado en agosto de 1946 por un ingeniero mecánico, Cyrill Orly, que trabajaba en el Departamento de Radiación de la Universidad de Berkeley junto con otros ingenieros.
Los colores que se eligieron inicialmente fueron el violeta para el símbolo y azul celeste para el fondo. La razón es que en aquella época los científicos tenían una lista de colores para marcar los artículos con los que trabajaban y el violeta era precisamente el que se utilizaba para los más valiosos. Además escogieron el color azul porque les gustaba: era un color poco habitual en los laboratorios y contrastaba bien con el violeta. Pronto se cambió el violeta por el negro, que era más fácil de conseguir, y también reconocieron que el azul no era una buena elección porque es un color que no está asociado con el peligro.
Entonces aún no se conocían en profundidad los efectos negativos de la radiación y originalmente el símbolo fue pensado para su uso local en Berkeley, principalmente en forma de etiquetas colgantes y de pegatinas para colocar en las puertas como señal de advertencia. Enseguida el uso del símbolo se empezó a extender entre los grupos de científicos que trabajaban con radiaciones ionizantes y, tras muchos cambios y variantes, en los años 50 el ANSI (American National Standards Institute) obligó a que el símbolo fuera el actual: icono negro y fondo amarillo.
Nels Garden, el que era entonces director del Grupo de Química de la Salud de Berkeley, escribió al respecto años más tarde explicando que cuando surgió la idea mucha gente de su grupo se interesó por ello y que propusieron diseños muy diferentes. El que tuvo más éxito fue el de Cyrill Orly, que parecía representar los tres tipos de radiación (alfa, beta y gamma) saliendo del interior de un átomo y fue por el que se decantaron. Sin embargo, Garden reconoció que su origen no estaba claro y hoy en día se sigue especulando sobre ello. Hay quien dice que ese símbolo ya se usaba antes en una base naval cerca de Berkeley para advertir de la presencia de hélices giratorias. Otros que guarda mucha similitud con un símbolo de radiación que utilizaban algunos laboratorios antes de 1947, que consistía en un punto rojo con cuatro o cinco líneas radiales del mismo color. Y otra idea que defienden algunos es que el diseño, creado justo un año después del lanzamiento de las bombas en Hiroshima y Nagasaki, recuerda a la bandera de batalla japonesa, que representa rayos saliendo de un sol naciente. Cualquiera podría ser cierta, pero a mí me gusta el de la bandera japonesa. Lástima que ya no se le pueda preguntar por ello a su creador.
En aquellos años el material radiactivo se utilizaba en un número reducido de espacios y además controlados, a los que sólo tenía acceso el personal restringido y que ya conocía previamente el significado del símbolo. Sin embargo, el gran éxito de la radiactividad ha hecho que su uso se extienda por todo el mundo, en nuestras ciudades y también en los lugares más remotos de África, América y Asia, donde hay además muchos basureros de residuos en los que se abandonan fuentes y material radiactivo de desecho, en algunos casos con actividades altísimas.
Aunque a nosotros el símbolo nos resulte familiar y sepamos qué es la radiactividad y cuáles sus riesgos, existen millones de personas en el mundo que no, fundamentalmente en los países subdesarrollados, que es precisamente donde existe menos o ningún control sobre las fuentes. A finales de los noventa la IAEA hizo un estudio en distintos países y se descubrió que la gran mayoría de la población no tiene ni idea de lo que es la radiación ni sabe interpretar el significado del trébol radiactivo. De hecho, sólo el 6% de los encuestados en Kenia, Brasil e India reconocían el símbolo por lo que era.
Por ello en el año 2000, en una Conferencia Internacional de Protección Radiológica en Argentina, se llegó a la conclusión de que era necesario introducir un símbolo radiactivo nuevo que pudiera ser interpretado por todo el mundo como señal de peligro. Desde ese momento la IAEA se puso a trabajar en ello y, tras ser aprobado por las Naciones Unidas, en febrero de 2007 la ISO (International Organization for Standardization) publicó un nuevo símbolo radiactivo.
Este símbolo no se ha diseñado con intención de sustituir al trébol, sino que está pensado para colocarse solamente sobre la fuentes radiactivas de muy alta actividad (con riesgo de producir la muerte o daños muy graves) con el objetivo de reducir el riesgo de irradiación accidental. Además no se coloca en la carcasa exterior o en los paquetes de transporte, es decir, no es visible cuando la fuente se usa normalmente, sino tan sólo para alguien que intente desmantelarla. Tal y como explicó en una entrevista Carolyn MacKenzie, una especialista de la IAEA que colaboró en el diseño del nuevo símbolo, “no es posible enseñar al mundo que son las radiaciones, pero podemos advertir a la gente de las fuentes peligrosas por el precio de una pegatina”. Y no cabe la menor duda de que, efectivamente, consigue su objetivo, diferente al del trébol que diseñó el ingeniero americano Cyrill Orly hace casi setenta años.