Dick Feynman, un gran científico y todo un personaje
Sumario:
Recordarle en esta breve reseña como Dick es quizá un privilegio que no nos podemos permitir, aunque probablemente fuera la forma que mejor casaría con aquel carácter irreverente. Richard Phillips Feynman es conocido universalmente por ser el depositario del Nobel de física por algo llamado Electrodinámica Cuántica, y quizá por ser el miembro más estrafalario […]
Recordarle en esta breve reseña como Dick es quizá un privilegio que no nos podemos permitir, aunque probablemente fuera la forma que mejor casaría con aquel carácter irreverente. Richard Phillips Feynman es conocido universalmente por ser el depositario del Nobel de física por algo llamado Electrodinámica Cuántica, y quizá por ser el miembro más estrafalario y a la vez resolutivo de la Comisión Rogers que investigó el accidente del Challenger.
Es verdad que reinterpretó los pilares de la mecánica cuántica con la formulación de la integral de camino. Según tal paradigma, una partícula se desplazaría entre dos puntos siguiendo todas las posibles trayectorias y cada una de éstas contribuiría a la probabilidad de propagación entre ambos puntos, de tal manera que la suma de todas las contribuciones determina la trayectoria observada. Constituye la generalización del principio de acción clásico en el marco de la mecánica cuántica, aportando nuevo material a las bases de la física que estaba por venir. También es verdad que permitió, como Schwinger casi indignado advirtió, el acceso a mentes no tan preclaras como la suya a los cálculos perturbativos de secciones eficaces en teoría cuántica de campos a partir de sus archiconocidos «Diagramas de Feynman». No es menos cierto que participó en el proyecto Manhattan con veintipocos años, y que allí se dedicó a reventar cajas fuertes y tomar el pelo a los militares. Se dice que presumía de ser el único asistente a la Prueba Trinity que no llevó gafas de protección. Se comenta también (y parece ser que hay documentos verbales y gráficos) que gustaba de cierto tipo de clubes nocturnos. Tocaba los bongos y bailaba samba. Hasta traducía jeroglíficos … De todo lo que se dice no nos queda duda: un tipo peculiar, complejo, polifacético, genial… Un gran científico y todo un personaje.
Sin embargo, probablemente su mayor mérito es el de ser un maestro, un actor que comunicaba a través de su comedia más que los mejores libros de texto de cualquier tiempo. De todos los premios que recibió, el único, o al menos del que más se enorgullecía, era la Medalla Oersted. Este galardón, concedido desde 1936 por la Asociación Americana de Profesores de Física, distingue la relevancia en las contribuciones a la enseñanza de la física. Entre los laureados encontramos a grandes divulgadores, como John Wheeler o Carl Sagan. De todas sus habilidades, ésta sin duda debía ser su especialidad. Encontrar la solución más elemental posible para cada problema. Pensar con sencillez. “Si no se es capaz de explicar un problema con sencillez, quizá es que no se entiende”. En el fundamento de esta máxima está su integral de camino y sus diagramas. No es que fuera incapaz de entender los terroríficos desarrollos con operadores de Schwinger (conviene recordar que ambos se respetaban profundamente), es sólo que eran demasiado complejos para ser útiles en el día a día de su entretejida mente. Y así vinieron los diagramas. Y una sencilla explicación para la superfluidez del helio basada en la mecánica cuántica. Y el modelo de partones, que trataba de explicar la dispersión electrón-protón asumiendo que los hadrones estaban compuestos por constituyentes puntuales, que más tarde se identificarían con los quarks.
Para entender esta sencillez basta con tomar Electrodinámica Cuántica, de Alianza Editorial. Ninguna fórmula, salvo sumas, restas multiplicaciones y fracciones en sus 148 páginas. Y encima explica lo que explica con flechas. Esta es su gran virtud. Su gran legado sin duda es esa Electrodinámica Cuántica, pero basta con mirar la pizarra de Caltech el día de su fallecimiento para entender que su objetivo iba más allá. Era, como él decía, más sencillo.
Su presencia en Los Álamos viene marcada por las primeras incursiones de la física en la computación, indispensables ya en el desarrollo de la bomba, y cruciales a día de hoy, incluso en nuestro ámbito hospitalario. Y la descripción de cualquier proceso que involucre fotones o electrones, desde la dispersión Compton a la producción de pares, es incompleta si no se contempla en el marco de la Electrodinámica Cuántica. Entre sus contribuciones académicas más destacadas, al margen de esta última, encontramos un modelo de interacción débil, conjugando la violación de paridad con los conocimientos previos de la desintegración beta. Como vemos, su eco resuena hasta nuestra física más cercana.
Para saber más o conocer más detalles de la vida de este gran hombre:
– ¿Está usted de broma Sr. Feynman?, de Alianza Editorial. Recorriendo desde su infancia, el porqué de su curiosidad, su estancia en Los Álamos y sus “problemas” con los militares, hasta su maestría con los bongos en Brasil y el premio Nobel, esta obra constituye un compendio de anécdotas biográficas de agradable lectura.
– Electrodinámica Cuántica, también de Alianza Editorial. Este libro es “una aventura que nunca se había intentado”, puesto que permite presentar esta teoría de forma totalmente intuitiva. Suponiendo un escaso o nulo conocimiento del tema, permite entender dos de sus grandes logros: los diagramas y la integral de caminos.
–The Feynman Lectures on Physics, prácticamente imposible de encontrar ya en castellano. Toda una introducción a la física, desde los principios básicos a la mecánica cuántica, expuestos con la claridad que le caracteriza.
– Feynman, de Norma Editorial. Las novelas gráficas están de moda y ésta constituye una forma excelente de acercarse a la vida de este interesante personaje.