Celuloide radiactivo I: Crónica de un ser vivo (Ikimono no kiroku) de Akira Kurosawa

Sumario:

La película Un mar de gente camina apresurada por las calles de una ciudad de Japón. Sombras que se cruzan, a ritmo de jazz, entre autobuses y tranvías repletos. Y de fondo el suave, pero amenazante susurro de un theremin que sugiere que hay algo ahí, oculto, y al acecho. Así empieza Crónica de un […]

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La película

Cartel promocional original de la película Crónica de un ser vivo de Akira Kurosawa

Cartel promocional original de la película Crónica de un ser vivo (1955) de Akira Kurosawa

Un mar de gente camina apresurada por las calles de una ciudad de Japón. Sombras que se cruzan, a ritmo de jazz, entre autobuses y tranvías repletos. Y de fondo el suave, pero amenazante susurro de un theremin que sugiere que hay algo ahí, oculto, y al acecho. Así empieza Crónica de un ser vivo, una película japonesa del año 1955 dirigida por Akira Kurosawa para los estudios Toho. Una película que trata del miedo a la radiación, a la apocalipsis atómica, desde una perspectiva poco habitual, la de la angustia por lo que ha de suceder pero aún no ha sucedido.

Kiinji Nakajima es el dueño de un próspero negocio familiar, consistente en una fundición, que vive atormentado por la idea de una inminente hecatombe nuclear.  Tras haber dilapidado parte de su fortuna en la construcción de un refugio nuclear sin que eso haya satisfecho su paranoia, decide que debe dejar Japón junto con toda su familia y trasladarse a Brasil (único país del mundo que considera seguro). Su familia, agobiada por la idea de tener que dejarlo todo atrás, decide llevar el caso a un tribunal familiar para que declare incapacitado al cabeza de familia y evitar así la catástrofe. Kiinji contagiará su angustia nuclear a uno de los miembros del tribunal, el Dr. Harada, que queda profundamente impresionado tras escuchar su declaración. Será él quién nos conducirá por la trágica historia de la familia Nakajima.

La película presenta una situación en la que existe un bloqueo, dos posturas antagónicas y sin posible reconciliación, una negación permanente del otro sin solución posible.

El atunero Daigo Fukuryu Maru en 1954

El atunero Daigo Fukuryû Maru (Dragón afortunado) en 1954

Hay que tener presente que los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki habían tenido lugar hacía tan sólo 10 años y que los hibakusha, como se denominaba a los supervivientes, vivían ocultando su condición en una sociedad que los estigmatizaba. Nadie quería casarse con ellos e incluso se les negaba el trabajo. El año en que se estrena Crónica de una vida, además, la sociedad nipona se encuentra inmersa en plena crisis del Daigo Fukuryû Maru (Dragón afortunado), atunero cuya tripulación fue irradiada el primero de marzo de 1954 durante un ensayo nuclear estadounidense en el atolón de Bikini (también existe una película sobre el incidente). La tripulación desarrolló síntomas del síndrome agudo por irradiación como consecuencia de la exposición a la lluvia radiactiva producto de la detonación de una bomba de 15 megatones. El operador de radio de la embarcación murió siete meses más tarde. Ese mismo año, 1954, fue el del estreno de otro gran éxito de los estudios Toho, la superproducción a todo color sobre un dinosaurio mutante Godzilla de Ishiro Honda. La radiación estaba muy presente en la sociedad japonesa pero, aún en este contexto, el comportamiento de Kiinji resulta exagerado.

La realidad supera a la ficción

El músico, convertido en activista antinuclear por la catástrofe de Fukushima, Wataru Iwata

El músico, convertido en activista antinuclear por la catástrofe de Fukushima, Wataru Iwata

Tal día como hoy hace tres años, el día 13 de marzo de 2011, dos días más tarde del accidente en las centrales nucleares de Fukushima Daiichi y Fukushima Daini, el compositor japonés Wataru Iwata, que vivía en un pequeño apartamento del extrarradio de Tokio, abandonó la capital para refugiarse en Kioto. Su intención era huir de Japón hacia Francia o Estados Unidos. En Kioto, se dirigió a los servicios administrativos para poder obtener un pasaporte. Allí le pidieron que regresara a su zona de residencia, con el fin de presentar los papeles necesarios para expedir un nuevo pasaporte, pero para él la posibilidad de volver a Tokio ni siquiera se planteaba, tal era su miedo a la radiación. Tras pasar varias noches de insomnio, luchando contra la desesperación y con el pleno convencimiento de que acababa de producirse una catástrofe sin precedentes, quizás más terrible que la de Chernóbil, Wataru Iwata, que nunca se había implicado seriamente en ningún grupo activista, humanitario o político, decidió partir hacia la prefactura de Fukushima. Su objetivo: advertir a la población que ya había sido evacuada de que abandonasen la región, de que ningún lugar era ya seguro y de que cualquier precaución era poca frente a silencioso veneno de la radiación que lo impregnaba todo. A eso sigue aún dedicando sus esfuerzos.

La percepción del riesgo

Atendiendo a un análisis riguroso de los riesgos, comportamientos como los que presentan el personaje de Kiinji o el compositor Wataru Iwata resultan totalmente desproporcionados. Pero hay una lógica subyacente en la percepción pública del riesgo a la radiación, que se pone de manifiesto en diversas investigaciones sobre el tema. En la aceptación social del riesgo que se asocia a cualquier actividad entran en juego muchos factores: si la actividad es voluntaria o no, si es potencialmente catastrófica, si sus efectos son inmediatos o no, si la tecnología que implica es nueva o conocida, etc; y está fuertemente condicionada por la percepción de los beneficios directos que se obtienen de la actividad y por la confianza que se tiene en aquellos que la gestionan. Así, por ejemplo, el uso de rayos X diagnósticos y de medicamentos goza de mayor aceptación que la industria nuclear y la industria química no médica. Esto es achacable a los beneficios directos que se obtienen de las dos primeras actividades y a la mayor confianza que merecen los profesionales de la medicina en comparación con los gestores de las plantas nucleares o químicas.

Percepción del riesgo y del beneficio para exposiciones a radiación de origen médico e industrial. (Adaptado de Slovic et.al. 1991)

Percepción del riesgo y del beneficio para exposiciones a radiación de origen médico e industrial. (Adaptado de Slovic et.al. 1991)

Otro ejemplo llamativo es el caso del radón que parece estar exento de los profundos miedos y ansiedades que se manifiestan en relación a otras amenazas radiactivas. Tras una encuesta realizada durante los años ochenta en el área de Reading Prong en Nueva Jersey, una región caracterizada por altos niveles de radón en muchas casas, se encontró que la mayoría de los residentes mostraban indiferencia a este riesgo. Muchos de ellos creían que, aunque el radón podía resultar un serio problema para sus vecinos, su casa estaba libre de esa amenaza. La explicación de esta percepción inocua de la amenaza parece estar en el origen natural del radón, en que se manifiesta en el entorno familiar y confortable del hogar y en su naturaleza inevitable.

Con independencia de la opinión que nos merezca la percepción pública del riesgo, es una realidad que no se puede ignorar y que se debe tener en cuenta en la gestión del riesgo. El miedo tiene un precio. Una de las consecuencias socioeconómicas más dramáticas, y que ya hemos mencionado a propósito de los hibakusha, es la estigmatización de la población y de las regiones que han estado expuestas a contaminación radiactiva. Y esto es así independientemente de cuáles hayan sido las áreas expuestas, los niveles de radiación a los que hayan estado sometidas o las medidas de descontaminación que se hayan tomado.

La única solución para sintonizar la percepción del riesgo con los riesgos reales viene de la mano de la comunicación del riesgo. No es tarea fácil, principalmente por tres motivos (Slovic, 1996):

  1. Es mucho más fácil asustar a la gente que tranquilizarla.
  2. El éxito de la comunicación está en la confianza y esto es lo primero que se pierde tras un accidente catastrófico.
  3. Las evaluaciones y estudios asociados a cualquier riesgo tienden a incrementar la percepción de ese riesgo.

¡Alerta spoiler! (No sigas leyendo si vas a ver la película)

El holocausto termonuclear cada mañana con la salida del sol

El holocausto termonuclear cada mañana con la salida del sol

Kiinji es declarado incapacitado por el tribunal y acaba encerrado en un centro psiquiátrico. Desde la ventana de su celda contempla cada mañana la salida del sol que confunde con el planeta Tierra desolado por el holocausto termonuclear. En Crónica de un ser vivo se impone el balance objetivo de las cifras despojado de irracionalidad. Es un triunfo amargo, impregnado de la sensación de que no se ha acabado con la angustia, de que sólo se la ha amordazado. Difícilmente puede considerarse eso una victoria. La comunicación del riesgo, como ya se ha apuntado, es una tarea complicada pero necesaria si queremos ahorrar mucho sufrimiento.

Fuentes

  • C. Vizcaíno, Filmografía completa de Akira Kurosawa, Bubok (2012)
  • N. Ribault y T. Ribault, Los santuarios del abismo. Crónica de la catástrofe de Fukushima, Pepitas de calabaza ed. (2013)
  • P. Slovic, Perception of Risk From Radiation, Radiation Protection Dosimetry, 68, No.3/4. pp.165-180 (1996)
  • P. Slovic, et.al.,  Risk Perception of Prescription Drugs: Report on Survey in Canada. Can. J. Public Health, 82, S15-S20 (1991)
  • R. E. Kasperson, The Social Amplification of Risk: A Conceptual Framework, Risk Analysis, 8, No.2, pp.177-187 (1988)

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