Una historia digital: ¿llegará mi futuro mañana?

Sumario:

  La era digital la he ido viendo venir. Fue surgiendo entre lo cotidiano mientras yo cursaba estudios de bachillerato y COU (curso de orientación universitaria). Desde los primeros ‘PC’ que surgieron con un precio no barato pero asequible para algunos he visto el desarrollo de ‘lo digital’ . Algunos comentan que los que hemos […]

Compartir

 

La era digital la he ido viendo venir. Fue surgiendo entre lo cotidiano mientras yo cursaba estudios de bachillerato y COU (curso de orientación universitaria). Desde los primeros ‘PC’ que surgieron con un precio no barato pero asequible para algunos he visto el desarrollo de ‘lo digital’ .

¿cualquier tiempo pasado fue mejor?

Algunos comentan que los que hemos nacido ‘analógicos’ caminamos por el mundo digital a trompicones. Que no pillamos el intríngulis que requiere este modo de vida.  Esos ‘algunos’ no han conocido el tocadiscos ni el teléfono con disco numerado y con agujeros para meter un dedo indice y hacerlo girar hasta un tope si querías marcar el número de un abonado. Son los ‘nativos digitales’ que por esa condición no tienen mucha idea de lo que hay detrás del mundo digital.

En este mundo digital el ‘nativo’ se defiende maravillosamente. Pero la mayoría creo que solo lo hace ‘a nivel de usuario’. Un usuario la mayoría de las veces nada avanzado. Y quizás yo hubiera esperado un mayor conocimiento a estas alturas de siglo XXI. Igual se me puede decir que eso queda para los universitarios de ‘ciencias’ y concretamente de ingenierías informáticas y sus variantes. No sé. Como un usuario del paquete ofimático mas famoso presente en prácticamente todos los PC’s del mundo, el Microsoft Office. Pedirle que utilice ‘macros’ para realizar algunas tareas tediosas o repetitivas. Utilizar el potencial que tiene una ‘hoja Excel’ (hoja de cálculo) es algo que en este mundo digital no está tan extendido como se podría pensar. Yo como ‘nativo analógico’ también me defiendo y en contra de lo que se pueda pensar es probable que igual o mejor para ciertas cosas ‘importantes’ en las que se necesita ‘lo digital’. Para ello dispongo de todo el bagaje recopilado a lo largo del desarrollo que he observado desde mi época de estudiante de bachillerato.

Haber nacido predigital o más concretamente «condigital» (sobre finales de los 50, los años 60 y finales de los 70 del siglo XX, dice la wikipedia que se produjo la revolución digital) me parece que me proporciona cierta ventaja en mi trabajo que es de lo que trato aquí principalmente. La era de la información que he visto nacer y desarrollarse a la vez que el contenido de mi cerebro me permite valorar y tener en cuenta su peso en la sociedad civil y en mi mundo laboral. Esto me ha llevado a lo largo de mi profesión a ir un poco adelantado, quizás, en este tema y sacarle algo de beneficio en una moneda que no es ni el ‘bitcoin’ ni el euro. Es el conocimiento por el conocimiento y secundariamente un beneficio aunque pudiera ser marginal en mi trabajo (creo que es algo más que marginal).

Por supuesto, y porque el desarrollo del ‘mundo digital’ y su tecnología ha sido y sigue siendo exponencial (y parece que ‘sin limites’ claros de donde llegaremos) uno ya se va quedando con la mitad de la mitad de lo que lee y ve sobre este desarrollo aplicado a tu formación y mundo laboral. En mi caso el ámbito sanitario, concretamente el medico oncológico que usa tecnología para la aplicación de radiaciones ionizantes a los pacientes con cáncer. Radioterapia.  La ‘revolución’ en ésta disciplina desde que era medico residente ha sido brutal. El conocimiento adquirido por la comunidad científica y el desarrollo de la tecnología y pasar al registro de variables en bases de datos electrónicas ha sido espectacular. Seguir ‘en la onda’ exige un precio en tiempo que no siempre está disponible.

Los datos epidemiológicos, los registros poblacionales del cáncer (y otras enfermedades), los registros hospitalarios, tiene una importancia crucial  y desde hace ya algún tiempo están siendo considerados como un valor muy importante para el denominado ‘big data’, término que nos describe el gran volumen de datos que se manejan a través de tecnología asociada: minería de datos para la extracción del conocimiento, algoritmos para el aprendizaje automático, computación en la nube (el internet de las cosas), etc. Es decir, el ‘big data’  se define como el conjunto de tecnologías especificas para el procesamiento y análisis de gran cantidad de datos.  Y lo grande e inabarcable por un cerebro humano siempre da miedo. El miedo a que una inteligencia artificial, la ya famosa ‘AI’ que está detrás del ‘big data’ nos tome la medida y controle nuestros movimientos, que ya lo hace en los sistemas de seguimiento y seguridad en algunos puntos del planeta.  Que sepa de nuestros pensamientos y gustos a través de lo que manifestamos por ejemplo en redes sociales (una especie de ‘second life’ , segunda vida, programa surgido a principios de este siglo) o nuestras compras en plataformas digitales. Y en una explosión de conocimiento producido por una aceleración mayor del desarrollo tecnológico y social surgirá una ‘singularidad’ (según se decía en foros especializados en el 2015), una superinteligencia y la estructura que lo soporte. Espero que no se desmadre como Skynet (la AI) en la película de Terminator de 1984. Como vemos, la imaginación de la generación ‘analógica’  en la que se escribió y rodó esta película podría ser compatible con esa ‘singularidad’ futura que en la película sucederá en el 2029. En una década ya hablaremos de si ‘el futuro ya no es lo que era’ como ha pasado con la reciente Blade Runner y sus replicantes ambientada en 2019 y basada en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick de 1968.

Pero mientras la superinteligencia artificial nos llega, y nos llegará de una u otra forma (y habrá que pensar algo parecido a las leyes de la robótica de Isaac Asimov para asegurar nuestra supervivencia), en nuestro mundo real, en nuestro trabajo quizás no importe tanto el ‘big data’ como los ‘dark data’. Nuestros pequeños y obscuros datos que almacenamos diariamente en nuestros sistemas informáticos locales o regionales que representan la realidad de tu entorno. En el ámbito sanitario son datos que si salen a la luz mostrarían resultados muy concretos y validos para la sociedad. ¿Qué supervivencia le puede esperar a un paciente de mi área sanitaria, en mi hospital, con mi personal, mi laboratorio y servicio de anatomía patológica, con mis listas de espera, con mi tecnología de imagen y tratamientos, etc?. Pues esos datos deberíamos empezar ya (y se hace ya en algunos sitios) a analizarlos mediante la tecnología asociada al ‘big data’. Es una tarea difícil y específica porque dichos datos no suelen estar bien estructurados y pueden no ser fiables. Pero podría ser una evolución de la medicina basada en la evidencia (MBE) actualmente basada principalmente en los ensayos clínicos aleatorizados (ECA). Estos ensayos no se corresponden al mundo real de mi entorno sanitario, los ECA se corresponden con un mundo controlado en espacio y tiempo. Son lo mejor que tenemos, son útiles y dan respuesta a la pregunta de si un tratamiento ‘A’ es mejor que otro ‘B’ por ejemplo. Pero luego puede frustrar el hecho de que su aplicación en tu medio no es factible o no tiene unos resultados similares o comparables a los que han publicado los autores de esos ECA.  O incluso no son reproducibles por otro equipo de investigadores en otro ensayo.

Buscando datos en la oscuridad

Rufus Pollock, de la Open Knowledge Foundation, dice que el bombo que se le ha dado al ‘big data’ está equivocado, son los pequeños conjuntos de datos, los datos vinculados los que realmente tienen valor. En 2005-2006, creó la primera versión de CKAN, un software de código abierto para buscar y compartir conjuntos de datos, especialmente conjuntos de datos abiertos.

No tengo suficiente conocimiento y visión de este tema como para poder estimar que sucederá finalmente, pero tal y como rueda el mundo actual y el interés que suscitan en las ‘grandes corporaciones empresariales’ los datos en general y los sanitarios en particular, creo que si no nos hacemos los ‘dueños’ de nuestros propios datos con su análisis lo mas exhaustivo posible y que redundará sin duda en beneficio de nuestros pacientes y nuestra sociedad, alguien vendrá para ‘vendernos’ su solución empaquetada a nuestra medida y por supuesto a su interés. Y ese día ya está aquí y si no nos montamos en este tren, perderemos el control de ‘nuestros small data’ y otra inteligencia, esta vez ‘no artificial’, guiará nuestros pasos a su conveniencia. (¿mensaje tremendista?).

En nuestro entorno laboral el caos tiene nombre: EXCEL, la hoja de cálculo de Microsoft. Potentisima herramienta que probablemente esta en todos los PC’s de altos cargos e intermedios del mundo sanitario en el que me muevo. Con todas las herramientas digitales que tenemos a nuestra disposición incluida la historia electrónica y otros software asociados la frase “Eso que me pides no lo puedo hacer con este software pero ya haremos una hoja excel para resolverlo” es muy frecuente. Y anclados a cuadros de mandos realizados en excel y resultados de gestión extraídos también, etcétera. ¿Por qué? porque los aplicativos corporativos no suelen estar completos (le faltan módulos, quizás por cuestiones de presupuesto y recursos limitados), la formación para su uso no ha sido suficiente o esta en pocas manos su conocimiento profundo.

A mi se me va el tiempo, mi tiempo laboral se agotará ya mas pronto que tarde y me gustaría ver y trabajar en un entorno laboral ‘amigable’ digitalmente hablando. Con una ‘interfaz’ de usuario única que pudiera incluso saludarme por la mañana al arrancar mi terminal con un “Buenos días Dr. Wals, ¿qué hacemos hoy?”

Mientras tanto mañana al arrancar el PC de mi consulta introduciré mi clave del sistema, del aplicativo para turnometro, de la historia electrónica, del servidor Citrix para acceder a otro programa de gestión especifico para radioterapia que también te pedirá una clave de acceso. Ah! también veré si puedo fusionar una imagen de resonancia magnética con un TAC de simulación tras arrancar en el mismo terminal otro servidor, esta vez Oracle para llamar al software de delimitación y diseño del tratamiento (con su clave de acceso por supuesto).

Y si al final quiero llevar un modesto trabajo al congreso de mi especialidad analizando mis ‘small data’ tras sacarlos a la luz desde las sombras que son los rincones de los discos duros usaré varias hojas de calculo y los pasaré a otro software estadístico.

«Hasta la fecha, no se ha diseñado un ordenador que sea consciente de lo que está haciendo; pero, la mayor parte del tiempo, nosotros tampoco lo somos».

(Atribuida a Marvin Minsky, padre de la IA)

Posts relacionados