'La pequeña torre' (1565) de Peter Bruegel

¡No me hables en jerga!

Sumario:

Cuando un físico entra por primera vez a trabajar a un hospital, por muy leído que se considere y por muy bien que crea que anda de ortografía y de vocabulario, se va a encontrar con un montón de palabrejas desconocidas que le harán pasar más de un apuro. Si es echado para adelante las […]

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Cuando un físico entra por primera vez a trabajar a un hospital, por muy leído que se considere y por muy bien que crea que anda de ortografía y de vocabulario, se va a encontrar con un montón de palabrejas desconocidas que le harán pasar más de un apuro. Si es echado para adelante las preguntará abiertamente. Pero, si es tímido y con miedo de meter la pata, las apuntará, antes en el cuaderno de notas y ahora en el móvil, y las consultará al llegar a casa, antes en el diccionario de la RAE y ahora probablemente también en el móvil. La mayoría son de anatomía y entonces, sobre todo si el físico viene de dar dibujo en el bachillerato, no le resultarán nada familiares. Algunas las habrá oído y le suenen, pero es muy probable que no sepa a qué se refieren en concreto ni las haya visto nunca escritas.

Yo recuerdo que al principio me sentía rara, porque incluso mis compañeros físicos hablaban en algo que a mí se me antojaba como una especie de jerga totalmente desconocida y un tanto elitista. Y dada la naturalidad con la que todos las usaban, a veces pensaba que quizá fuera incultura mía, aunque después me tranquilizaba cuando preguntaba en mi entorno y (casi) todos me contestaban que tampoco tenían ni idea. Probablemente otros radiofísicos tengan más o diferentes, y seguro que alguna anécdota curiosa también, pero yo recuerdo de mis primeras semanas en el hospital:
1) Decúbito supino y decúbito prono:

No entiendo cómo, con lo fácil que es decir boca arriba y boca abajo, todos usamos lo de decúbito supino cuando hablamos de cómo está colocado un paciente sobre la camilla. Resulta que las palabras vienen del latín: “decúbito” significa acostado, “supino” sobre el dorso y “prono” sobre el vientre.

A los corredores quizá les suene, porque está de moda a la hora de comprar zapatillas el preguntarte a ver si eres supinador o pronador, porque las hay específicas de cada tipo, aunque no sé por qué se llama así a los tipos de pisada.

2) Sínfisis del pubis:

Esto quizá no le haya ocurrido a nadie más pero, como yo desconocía lo que era, cuando me encontré por primera vez con una planificación de un tumor de próstata y tuve que transcribir “lasínfisis del pubis”, no sabía bien si poner “la sínfisis” o “las ínfisis”. Enseguida me informé de que la sínfisis es un cartílago que une dos superficies óseas sin clara articulación y, en concreto, la sínfisis del pubis es la unión de los huesos púbicos y también suele coincidir con el límite inferior de los campos de tratamiento de los ganglios pélvicos.

3) Profilaxis:

La verdad es que después he visto la palabra muchas veces en distintos contextos, pero la primera vez que me explicaron que los cráneos se irradian en su totalidad “como tratamiento profiláctico” me sonó rarísimo. Y es que pronto me enteré de que en radioterapia los tratamientos se clasifican en tres tipos: curativos (cuyo objetivo es el control local de la enfermedad), paliativos (que pretenden mejorar la calidad de vida del paciente) y profilácticos (cuya intención es prevenir la enfermedad, bien tras una cirugía o bien por riesgo de metástasis)

4) Tratamiento concomitante:

Es habitual escuchar lo de «concomitante» cuando la quimioterapia y la radioterapia se dan en paralelo o bien cuando varios volúmenes se tratan a la vez con radioterapia con distinta dosis. Un físico hubiera dicho tratamiento simultáneo, mucho más sencillo, pero no sé si hay algún matiz en lo de concomitante porque en el diccionario lo definen como “que acompaña o actúa conjuntamente con otra cosa”. El caso es que todos utilizamos ya la palabra concomitante.

5) “Boost” o (mal traducido) “sobreimpresión” e incluso “sobredosificación”:

Estoy segura de que casi el 100% de los residentes de Radiofísica han buscado esta palabra en el diccionario inglés-castellano. Como muchas otras palabras, tiene múltiples significados: ayuda, estímulo, aliento, empujón… La traducción al castellano es “sobreimpresión”, pero me temo que en este caso ha pasado lo mismo que con el título de tantas películas anglosajonas, porque no acabo de ver el parecido. En radioterapia “boost”, “sobreimpresión” o «sobredosificación»se utiliza para referirse a regiones que reciben una dosis más alta que otras debido a que hay  evidencia de enfermedad macroscópica. Y, con las nuevas tecnologías en las que se están reduciendo las dosis en los tejidos sanos adyacentes al tumor, es cada vez más frecuente hacer tratamientos con “boost concomitante” y además con dosis cada vez más altas.

6) Laparoscopia:

Cuando era residente me hablaron de una técnica relativamente novedosa en la que a los pacientes se les hace una incisión mínima en el vientre, se les introduce una fibra óptica con una cámara de vídeo incorporada y se realiza una exploración diagnóstica o cualquier cirugía pélvica o abdominal de una forma muy poco invasiva. Entendí que se llamaba “lamparoscopia” y, como no la había visto nunca escrita, así la seguí llamando hasta que hace poco un compañero riéndose de mí me corrigió. El nombre correcto es “laparoscopia” y es una palabra de origen griego que viene de la unión de «laparo», que significa abdomen (no lámpara, como interpreté yo, que también es de origen griego) y de «skopein», que es examinar.

7) Espiración y expiración:

Estas dos son sólo cuestión de ortografía, pero hay que tener cuidado con ellas. Ahora que estamos valorando realizar un control respiratorio en nuestros pacientes con cáncer de tórax a fin de reducir los márgenes de seguridad que damos al volumen tumoral en nuestros tratamientos, hemos de analizar los periodos de máxima inspiración y espiración. Y es importante recalcar lo de espiración con “s”, porque expirar es morir.

8) Yatrogenia:

Esta ya es para nota. Yatrogenia (o también iatrogenia) es un efecto secundario provocado por el propio tratamiento, algo muy habitual aunque inevitable en la mayoría de nuestros pacientes. La palabra es también de origen griego, unión de «iatros», que significa médico, y «génesis», que es crear

Me he parado en ocho, pero la verdad es que podría seguir con un montón de palabrejas de la jerga de nuestros médicos que, reconozco, alguna incluso nos la han llegado a contagiar. Sé que me he dejado muchísimas y os animo a que propongáis más porque me imagino que muchos de los que habéis leído esto os sentís identificados. También intuyo que algunos lectores, conocedores del griego y latín antiguos, os habréis escandalizado con mi ignorancia de semántica médica.

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