El tejido vivo al desnudo (apto para todos los públicos)
Sumario:
Si alguien fuera tan insensato como para preguntar a un físico «¿De qué estamos hechos?», una salida bastante airosa sería responder que en un porcentaje del 95% estamos hechos de “CHON”, que es como me gusta a mí llamar a la combinación de Carbono, Hidrógeno, Oxígeno y Nitrógeno. Pero si quisiéramos dar una respuesta más […]
Si alguien fuera tan insensato como para preguntar a un físico «¿De qué estamos hechos?», una salida bastante airosa sería responder que en un porcentaje del 95% estamos hechos de “CHON”, que es como me gusta a mí llamar a la combinación de Carbono, Hidrógeno, Oxígeno y Nitrógeno. Pero si quisiéramos dar una respuesta más completa y coherente, tendríamos que describir cómo los quarks forman las partículas subatómicas que se asocian para formar los átomos “chonis”, y éstos forman moléculas que, finalmente, son las que te forman a ti.
Esto sería algo demasiado extenso, suficiente para espantar al más intrépido preguntón y, aunque sería una respuesta bastante satisfactoria desde el punto de vista físico, podría molestar a médicos, biólogos… No les faltaría razón, ya que estaríamos ignorando una estructura básica para la vida: las células, protagonistas del paradigma de la medicina moderna, la teoría celular.
Robert Hooke fue el primero que las encontró en un trozo de corcho hace unos 350 años y, a partir de entonces, aparecerían células por todos los lados en los tejido vivos. A Robert todavía le quedó tiempo, entre otras cosas, para formular la ley que lleva su nombre y que relaciona la fuerza que se ejerce sobre un cuerpo elástico, el típico muelle, con su deformación. Es irónico, que habiendo sido un genio con mayúsculas, sus restos reposen en un lugar desconocido. Eran otros tiempos para la ciencia, porque hoy ya podemos polemizar con Newton sin correr riesgos.
Así que, en honor a Robert Hooke esté donde esté, reconsideremos la respuesta y digamos que los seres vivos estamos estructuralmente formados por células, en un número mayor o igual que uno. Concretamente tú tienes del orden de 1014 células, es decir: cientos de billones de billones de células, ó 100,000,000,000,000 células. Es un número tan grande, que incluso los médicos que nos lean, se alegrarán de que usemos en lo sucesivo la notación científica, bastante más compacta.
El tamaño de las células es bastante variable: las más grandes pueden medir del orden un metro de longitud, como es el caso de algunas neuronas, o tener el volumen de un huevo de avestruz, como es el caso de un huevo de avestruz, que se podría considerar una célula. Las más pequeñas, las bacterias, forman un grupo muy numeroso y desconocido, y suelen medir alrededor de una micra (10-6 m), pero las hay más pequeñas. El micoplasma genitalium, es un parásito bastante exquisito que tiene su propio criterio para elegir la zona del cuerpo del primate huésped donde prefiere vivir, como puedes adivinar por su nombre. Pues este “pecador de la pradera” tiene un tamaño de 0,2 micras y, aunque no tiene el récord de tamaño mínimo, está cerca. Para poner un tope, el límite teórico para el tamaño de una célula viable se ha estimado alrededor de 0,17 micras.
Pero con un tamaño típico de entre 100 y 10 micras, sí puede decirse que las células eucariotas son pequeñas. Una estimación realista del promedio del tamaño de tus células sería 10 micras. Y para imaginarnos el tamaño tu célula típica, propongo que hagamos un experimento conceptual. Necesitamos un signo menos que se preste voluntario: este mismo “-”. Como aproximadamente tiene 1 mm de longitud, tendrías que partir en cien partes iguales ese signo menos para que tuviera la longitud del radio de una célula. Imagínate un cubo cuya arista midiese lo mismo que ese signo menos. Tendría un volumen de 1 mm3 y cabrían un millón de células tuyas en ese volumen.
A pesar de su diminuto tamaño, cada célula es como una mezcla entre central eléctrica y refinería. Son un enorme logro de “ingeniería” natural, no existe nada que tú hagas que no sea gracias a ellas y ellas hacen cualquier cosa por ti, como reproducirse o morir de forma masiva. Nuestras funciones vitales ocurren dentro de las células y ellas custodian nuestra preciada información hereditaria. Pero no te encariñes demasiado con ellas, especialmente con las de tu piel, y menos si eres aficionado al “peeling”. Nuestras células están continuamente renovándose cada una a su ritmo, aunque también las hay para toda la vida, como las neuronas.
Así que estás formado por células y tienes muchas. Pues no te lo pierdas: lo más emocionante de toda esta historia es que tú, como todos los seres vivos, comenzaste siendo una sola y diminuta célula, que supo cómo hacer para dividirse las veces necesarias y formar el espléndido ser pensante que ahora eres. Piensa que necesitó dividirse muchas veces para crear todas las células de tu cuerpo. Ahora, cada una de ellas sabe lo que tiene que hacer para mantenerte con vida, aunque sean ridículamente pequeñas. ¿Cómo consiguen las pequeñas células hacer todas estas cosas? Pues, entre otros logros, gracias al ADN, el gran hallazgo de la biología.
¡Y allí está! Primorosamente empaquetado dentro de tus células, envuelto para regalo por la membrana nuclear y enredado caprichosamente como un grupo de cromosomas, se trata de tu ácido desoxirribonucleico. También llamado ADN o DNA, para mayor confusión. Es la famosa doble hélice que contiene todas las instrucciones para que tus células hagan lo que se espera de ellas en todo momento. Esas instrucciones forman tu genoma, es decir, lo que tú eres.
En realidad, el ADN no hace casi nada, aunque mediante mecanismos complejos en los que están implicadas las proteínas, el ARN, las mitocondrias… el ADN gobierna la célula. En él está la clave de que cada célula sepa lo que tiene que hacer en cada momento de tu vida, desde que fuiste concebido. Si llegados a este punto, no estás tan alucinado como yo por la extraordinaria complejidad que existe dentro de cada una nuestras diminutas células, es que no debo seguir desayunando carajillo.
Para ser justos, hay que reconocer que existe algo que sí se le da bien al ADN, y esa cosa es duplicarse y repararse, porque a veces el ADN se estropea. De hecho, ocurre bastante a menudo de forma natural y los mecanismos reparadores de la célula evitan casi siempre que la célula mute o muera. También ocurre esto mismo, cuando se irradia la materia viva con radiaciones ionizantes, se provocan roturas en el preciado ADN y ésta es una de las razones por las que los Radiofísicos Hospitalarios existimos. Pero a estas alturas el intrépido preguntón y la mayoría de sus células ya habrían abandonado la explicación, así que dejare para otra ocasión cómo nos preocupamos los Radiofísicos del ADN.
Nota: Los valores que se utilizan en este post son bastante variables, dependiendo de la fuente que utilices. Yo he utilizado la Wikipedia que, para hacernos una idea de los órdenes de magnitud, creo que es suficiente.