Diario de una residente de Radiofísica (20 de noviembre de 2015)
Sumario:
Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, Barcelona, 20 de noviembre de 2015 Hoy hace seis meses que empecé la residencia. Me ha parecido una fecha suficientemente importante como para sentarme a escribir y dejar constancia del paso del tiempo. Y es que el tiempo vuela. Si mi yo de noviembre del año pasado […]
Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, Barcelona, 20 de noviembre de 2015
Hoy hace seis meses que empecé la residencia. Me ha parecido una fecha suficientemente importante como para sentarme a escribir y dejar constancia del paso del tiempo. Y es que el tiempo vuela. Si mi yo de noviembre del año pasado oyera que seis meses pueden pasar así de rápido no se lo creería. A estas alturas probablemente estaba pegando un cuarto o quinto repaso a la mecánica de un sólido rígido, con una dosis descomunal de tila recorriéndome las venas y rezando para que esta vez sí fuera la buena. Supongo que más o menos este era mi aspecto:
Y tampoco es que haya cambiado mucho, porque la cantidad de artículos y libros en mi carpeta de los “debería leer” no para de crecer.
Aún así, por si a alguien le puede ayudar mi opinión debo decir que, a pesar del horrible año y medio que precedió a la residencia y sabiendo que aún no he visto ni la mitad de lo que tengo que ver, puedo decir que, de momento, está mereciendo la pena.
Pero no estoy aquí para ponerme melancólica así que a lo que vamos.
Con vistas a una próximas vacaciones y a un curso en Baeza, que se me van a comer entre los dos un mes y medio, estoy empezando a ver lo rápido que puede pasar lo que queda de año. Muchos equipos de rayos necesitan revisión antes de diciembre, así que la mayoría de las tardes de mi calendario han quedado teñidas del amarillo anaranjado que indica las tareas de la R1. Entre control y control intento sacar tiempo algunas mañanas para irme a la Therapax a medir la dosis con fotones de baja energía (lo último que me queda por hacer del TRS-398) e intento ayudar a mis compañeros en lo que puedo.
También se me asignó mi primera sesión de residentes. En el hospital hacemos una cada mes (salvo vacaciones y fechas de guardar) donde una de las tres residentes se prepara un tema que pueda ser de interés general y lo expone en una sesión con los adjuntos que quieran venir. Yo hablé de la protección en TC en radiología pediátrica, para poner un ejemplo.
Por primera vez hay ratos en los que me da la sensación de que se empieza a equiparar el trabajo que hago con el que doy y, aunque esos ratos son extremadamente cortos y acostumbran a ir seguidos de una vocecita en mi interior desmintiéndolo, ahí están. Lo que sí supongo que puedo afirmar es que he evolucionado de chimpancé babeante que sólo era capaz de preguntar “¿Y eso qué es? ¿Y cómo funciona?” a tener algunas ideas. ¡Sí, sí, mías!
Y no sólo es a nivel de trabajo en el que noto una pequeña evolución, sino que socialmente también he empezado a ser más que una R1 fantasma a quien nadie nunca jamás ha visto. Justo a principios de este mes asistí a la jornada de residentes que organiza la “Societat Catalana de la Física Mèdica” donde conocí a algunos adjuntos de otros hospitales y a la mayoría de los residentes de Barcelona. En la jornada, un residente de cada uno de los cuatro hospitales que tienen residentes de Radiofísica en Barcelona, expuso un tema que podía resultar interesante para el resto. Además vino un profesor de la universidad a darnos una charla sobre Monte Carlo y PENELOPE. Resultó muy interesante, la verdad. Además ayer también asistí a una Masterclass de Dosis en Radiología con galletitas temáticas de regalo. ¡Bien!
En fin, me da la sensación de que estoy aprendiendo a pasos de gigante y espero que el ritmo no disminuya. Sé que hay mucho por aprender y aún más por aportar. Así que nada, valoración positiva de estos primeros seis meses y a seguir.