Celuloide radiactivo II: La hora incógnita. La amenaza nuclear en la España (atómica) de Franco

Sumario:

La película de la que hablaré hoy es singular en muchos aspectos. Para empezar se trata probablemente de la película más oscura de uno de los directores más populares que ha dado el cine español. Y para seguir -agarrense- se atreve a hablar en tono pacifista, en la España de Franco de principios de los […]

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La película de la que hablaré hoy es singular en muchos aspectos. Para empezar se trata probablemente de la película más oscura de uno de los directores más populares que ha dado el cine español. Y para seguir -agarrense- se atreve a hablar en tono pacifista, en la España de Franco de principios de los años 60, de la guerra fría y de la amenaza nuclear. Todo esto en un estilo a medio camino entre el realismo costumbrista y una modernísima ciencia ficción que recuerda a los mejores momentos de la popular serie de televisión norteamericana The Twilight Zone. Y eso no es todo, se trata de una película profética que se adelantó tres años al incidente de pérdida de armas nucleares más grave conocido. Se trata de La hora incógnita, una película de Mariano Ozores del año 1963.

La película

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La cinta arranca con la rápida evacuación de una ciudad de provincias. Vemos partir lo que parece ser el último tren, la gente se apelotona nerviosa en el andén. Por las carreteras y caminos se suceden los camiones militares que a toda velocidad recorren unas calles de aspecto desolador. Y es que un misil nuclear fuera de control avanza diligente hacia la ciudad que en pocas horas quedará destruida. Al finalizar los títulos de crédito la ciudad queda ya completamente vacía, o eso parece… Entre las tiendas abandonadas a toda prisa y los coches volcados van apareciendo una serie de personajes que por distintos motivos han quedado allí atrapados. Entre los desafortunados rezagados tenemos a un borracho, un ladrón, unas viejas cotillas, una pareja de amantes adúlteros, el codicioso dueño de unos grandes almacenes, un comunista y, cómo no, un cura. De acuerdo con la moral de la época esta pléyade de “despistados” configuran un compendio de los más deleznables pecados de la sociedad contemporánea (a excepción del cura, claro está), pero borrarlos del mapa con una bomba nuclear parece excesivo incluso para las mentes menos piadosas. En medio de este escenario de pesadilla los personajes perseveran en una huida imposible.

Mariano Ozores no escatimó en recursos: un reparto excepcional, el mejor operador de entonces, cientos de extras, vehículos estrellados e incendiados, todos los rodajes de noche. Todo esto dio lugar a una de las producciones más caras de la época, que llevó a Ozores a la ruina ya que la cinta resultó ser un sonado fracaso de taquilla. Como cuenta en su libro Respetado público, se pasó los siguientes años pagando las deudas contraídas durante el rodaje, y quizás no sea descabellado afirmar que en última instancia las populares películas del destape que rodó con Esteso y Pajares son el más exótico subproducto de la guerra fría ya que Ozores se prometió a sí mismo entonces que “Nunca haría una película porque me gustase a mí (…) haría lo que el público quisiera ver” [1].

Captura-La Hora Incognita (1963,Mariano Ozores)(Castellano) (Spanish) Dvd-Rip Xvid-Mp3 (By Gcc Centralclasico) (1).avi-2

Elisa Montes, como una maniquí más en unos abandonados grandes almacenes lista para recibir al misil atómico.

Recordemos: estamos a principios de los 60, en los cines se proyectan las películas de Marisol (Tómbola, 1962) y Conchita Velasco era «la chica yeyé» (Historias de la televisión, 1964). Vamos, que el cine español en esos tiempos no era muy dado a temas tan siniestros y mucho menos a asuntos políticamente comprometidos… ¿o sí? Lo cierto es que el cine de la época, en contra de lo que pudiera parecernos hoy era bastante abierto. Desde los años 50, y a través de las Conversaciones Cinematográficas Nacionales de Salamanca, se estaba llevando a cabo una controlada política de apertura ya que el Régimen necesitaba homologarse internacionalmente [2]. De este mismo año, 1963, es El verdugo de José Luís García Berlanga, y Luis Buñuel había rodado Viridiana en el año 1961. Pero si bien, el Régimen contemplaba cierto margen a la autocrítica, lo que resulta verdaderamente chocante de La hora incógnita es que se cuestione al amigo americano y sus juegos de guerra con “los rojos”. Cuanto menos resulta chocante una posición equidistante en un país con avales impolutos de anticomunismo como era la España de Franco.

Cuenta Ozores que el argumento de la película se le ocurrió cuando leyó en una nota de prensa que las autoridades cubanas protestaban al gobierno de Estados Unidos porque los proyectiles lanzados desde Cabo Cañaveral que perdían el control eran destruidos en el aire y sus trozos caían en territorio cubano, con el peligro que ello suponía para la población. De alguna manera la gestación del guión parece la catarsis de un país espectador de la guerra fría y que, como los pobres infelices atrapados en la ciudad de provincias de pulverización inminente, vivía bajo la amenaza de sus consecuencias colaterales.

Las aspiraciones nucleares de la España de Franco y la JEN

Pero más que cualquier otra razón, fue precisamente la guerra fría la que ayudó a acabar con el ostracismo del régimen de Franco, que se convirtió en un aliado estratégico de los Estados Unidos en el sur de Europa [3]. O sea, que lo que pintaba España en esta historia era gracias a su privilegiada localización geográfica, que ya lo decía José María Pemán que «La tierra de España (…) está colocada providencialmente por Dios en el centro del mundo» [4]. Pero esta cómoda situación no era del gusto de todos. Según defiende Santiago Vilanova en su libro La bomba atòmica de Franco, el sector más ultra del ejército junto al mismísimo Franco, estaba dispuesto a convertir al país en la sexta potencia atómica mundial. Hay que tener presente que España es el segundo país en reservas de uranio de Europa después de Francia [5]. Según Vilanova, Franco encargó a tres militares (Juan Vigón Suerodíaz, Luis Carrero Blanco y José María Otero Navascués), preparar las infraestructuras tecnológicas y el combustible nuclear que tenía como fin último la creación de la bomba atómica nacional católica.

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De izquierda a derecha Juan Vigón Suerodíaz (1880-1955), Luis Carrero Blanco (1904-1973) y José María Otero Navascués (1907-1983).

Pero, ¿qué se necesita para fabricar una bomba atómica? Pues esencialmente plutonio-239 o uranio altamente enriquecido (con una alta proporción de uranio-235). No basta con tener grandes reservas de uranio natural, hay que enriquecerlo o utilizarlo para obtener plutonio lo que no está exento de dificultades y es altamente costoso y complejo. Un elemento esencial para estos menesteres son los reactores nucleares de los cuales puede obtenerse el plutonio-239 como residuo, y por supuesto gente capaz de manejar todo el asunto. ¿Estaba el Régimen en condiciones de conseguir todo esto?

Fue en la coyuntura de cambio en la escena internacional que vivió España en los años 50 cuando se concretó el nacimiento de la Junta de Energía Nuclear (JEN) [3]. La JEN se concibió como un programa de desarrollo integral e independiente de tecnología nuclear muy ambicioso. Incluía la obtención de uranio, su tratamiento, la construcción de reactores, la formación de ingenieros nucleares y el establecimiento de instalaciones para la producción de isótopos radioactivos. La idea, no obstante, venía de lejos y comenzó con la creación, en septiembre de 1948, mediante secretísimo Decreto Reservado, de la Junta de Investigaciones Atómicas (JIA). En esta junta, que con el fin de mantenerse en secreto tomó la apariencia externa de una empresa que se denominó Estudios de Patentes de Aleaciones Especiales (EPALE), se encontraba ya José María Otero Navascués. Las actividades del periodo comprendido entre el año 1948 y el 1951 se mantuvieron en el más estricto secreto, pero al parecer una de las funciones de la EPALE, fue la de enviar a físicos a formarse al extranjero. El general Juan Vigón se convirtió en el nuevo director de la EPALE en 1950 y comenzó un nuevo periodo en el que se pasó del secretismo a la discreción y en la que la JIA se convirtió por Decreto Ley en la JEN en el año 1951.

Franco junto a Carrero Blanco en la inauguración del Centro Nuclear Juan Vigón en la Moncloa. El Caudillo escucha las explicaciones de Carrero Blanco con un gesto de manifiesta curiosidad y admiración ante la tecnología que significaba la entrada de España en la era atómica [6].

Por fin, el 27 de noviembre de 1958 se inauguró el reactor experimental JEN-1 y el Centro de Estudios Nucleares de la Moncloa, inauguración en la que estuvieron presentes Franco y Carrero Blanco [NODO Nº831A del 8 de diciembre de 1958]. Tanto este primer reactor experimental como los que le siguieron en años posteriores fueron adquiridos a través del programa estadounidense Átomos por la paz. Hay que entender que en este contexto, el de la promoción de los usos pacíficos de la física nuclear, el papel público de la JEN y los principales usos del reactor experimental JEN-1 fueran para aplicaciones industriales y en medicina nuclear. Así ya en el año 1959 se realizaron las primeras gammagrafías industriales con Co-60 y en 1961 se utilizó fósforo-32 producido en la JEN como trazador en medicina. La labor de la JEN en esos años fue también extraordinariamente importante en la distribución de isótopos importados de otros países, el desarrollo de procedimientos de protección radiológica y la formación especializada de científicos y técnicos en los problemas directamente relacionados con la energía nuclear.

Reparto de radioisótopos por la JEN

Reparto de isótopos por la JEN [7].

Así que en principio el régimen de Franco contaba con la infraestructura y el personal con la cualificación necesaria como para emprender el proyecto atómico pero una bomba son palabras mayores que exige algo más que reactores experimentales. Las centrales nucleares tenían que entrar en el juego ya que en la obtención del plutonio era esencial controlar el ciclo de combustible de las mismas. Pero los años posteriores, en los que se creó la estructura de producción eléctrica de origen nuclear en España, fueron una lucha de intereses entre las instituciones políticas e industriales. En aquellos momentos la intención de la JEN era montar centrales del mismo tipo, con el objetivo de poner en marcha una industria nuclear homogénea, cubriendo la fabricación de componentes y sistemas para las centrales, además del ciclo de combustible. Pero esta visión entraba en conflicto con los planes del ministro de industria López Bravo, que apostaba por la intervención de los grupos industriales privados. Esta decisión condujo a la compra “llave en mano”, con la entrega de las centrales listas para funcionar, que ofrecían las principales compañías norteamericanas. Así, los proyectos de las tres primeras centrales nucleares, Zorita, Garoña y Vandellós 1, fueron completados fundamentalmente por empresas extranjeras. De este modo, los dos mayores núcleos de poder de la España de la época, el Gobierno falangista representado por la JEN, controlado por militares, y los nuevos tecnócratas representantes de la emergente industria, apoyaron el programa nuclear aunque con aspiraciones distintas. Mientras que para la JEN la energía nuclear era necesaria para aumentar la autonomía nacional, los tecnócratas lo consideraron una forma de apertura económica y de romper el aislamiento internacional [3].

Lo cierto es que aunque la opción escogida no fue la más adecuada desde el punto de vista del desarrollo de la bomba, en principio era posible obtener plutonio más que suficiente a partir de los residuos producidos por la central de Vandellós 1 como para la elaboración en serie de un stock nuclear moderado [6]. Esto, junto a la reiterada negativa a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear, debía tener bastante mosqueados a los americanos que el año 1973 enviaron a Henry Kissinger a entrevistarse con el ya presidente Carrero Blanco. En un informe redactado por la CIA en el año 1974, desclasificado recientemente (2008), se pone de manifiesto que Estados Unidos era conocedor de los planes del Gobierno de Franco para desarrollar un pequeño arsenal nuclear para reforzar su posición internacional [8]. La reunión entre Kissinger y Carrero blanco tuvo lugar el 19 de diciembre de 1973 y se prolongó 6 horas, según parece, esta conversación fue, cuanto menos, poco amable [9]. Carrero saltaba por los aires menos de 24 horas después de la reunión, y a tan sólo escasos 400 metros de la embajada estadounidense.

En 1985 las siete centrales nucleares en servicio en España producían una cantidad anual de 300 kilos de plutonio-239, suficiente para una treintena de bombas atómicas del tamaño de la de Hiroshima [10]. Ese mismo año 1985 la JEN se convirtió en el Centro de Investigaciones energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT). España no firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear hasta el año 1987, bien entrada la democracia [11].

El accidente nuclear de Palomares

Bombardero B-52 y avión nodriza KC-135 en una maniobra de repostaje en vuelo.

Bombardero B-52 y avión nodriza KC-135 en una maniobra de repostaje en vuelo.

Pero quizás con todo, lo más sorprendente de la película es que la historia que narra (o algo parecido) estuvo a punto de ocurrir en un pequeño pueblo del levante, en Palomares. El 17 de enero de 1966 un bombardero B-52 y un avión nodriza KC-135 del ejército norteamericano chocaron durante una maniobra rutinaria de repostaje en vuelo sobre la pedanía almeriense de Palomares [12]. Cuatro bombas termonucleares Mark 28 (modelo B28RI) de 1,5 megatones cada una (la de Hiroshima era de unos 15 kilotones) y cientos de toneladas de desechos cayeron sobre el pueblo y los alrededores sin que resultase herido ni uno solo de los habitantes del pueblo. Una de las bombas se recogió intacta, al haber funcionado su paracaídas, en el lecho seco del río Almanzora. Otra cayó al mar, fue localizada a unos 8 kilómetros de la costa el 15 de marzo de 1966 y recuperada intacta 80 días después del accidente, tras un impresionante despliegue tecnológico de EEUU y con las imprescindibles indicaciones del pescador Francisco Simó que en adelante sería conocido popularmente como “Paco el de la bomba” (la hazaña se relata parcialmente en otra película: Hombres de honor (2000)). Los paracaídas de las otras dos no se abrieron con lo que la caída provocó la detonación de parte de su explosivo convencional y su deflagración, causando la dispersión de un aerosol de plutonio que afectó a un área aproximada de 226 ha.

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Las dos bombas recuperadas «intactas» en el National Museum of Nuclear Science & History (Foto: Sam Wise [https://www.flickr.com/photos/sortingoutscience/])

Aunque lo más recordado de todo este asunto fue el baño del entonces ministro de información y turismo, Manuel Fraga Iribarne, junto al embajador estadounidense, Angier Biddle Duke, en las playa de Quitapellejos en Palomares, lo importante fueron las medidas de descontaminación que se llevaron a cabo [NODO Nº1210B del 14 de marzo de 1966]. Durante los tres meses posteriores al accidente se retiraron más de mil metros cúbicos de tierra, cosechas, vegetación y piedras, que se metieron en bidones de 200 litros de capacidad. En total se llenaron 4810 barriles que fueron enviados a EEUU al almacén de residuos radiactivos de Savannah River [13]. Las labores de limpieza involucraron a unas 1600 personas, la mayoría personal de la fuerza aérea de los Estados Unidos. Inmediatamente después de las operaciones de descontaminación, se formalizó un Programa de Vigilancia Radiológica con la JEN conocido como “Proyecto Indalo”, en el marco del acuerdo de colaboración Otero-Hall, y financiado parcialmente por el Departamento de Energía de los Estados Unidos (DOE).

Trabajos iniciales de descontaminación de la zona de Palomares tras el accidente.

Trabajos iniciales de descontaminación de la zona de Palomares tras el accidente [13].

Desde el año 1966 se han realizado de forma continuada análisis a los habitantes que podrían haber sido afectados sin que se hayan encontrado valores de dosis efectivas que impliquen riesgo radiológico para la población. Según el informe que hizo el CSN en 1985 la incidencia media de muertes por cáncer o leucemia en Palomares era 13,4%, es decir, 1,1 puntos por debajo de la media nacional. La concentración media anual de plutonio medida en el aire de Palomares, entre 1996-2005, supone una media anual por inhalación “significativamente menor” que el límite de dosis para el público (1 mSv/a) recomendado por la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP).

Descripción en 1966 de la Operación Chrome Dome, vuelos relacionados o derivados [14]

Descripción en 1966 de la Operación Chrome Dome, vuelos relacionados o derivados [14]

Ciertamente no se trataba de una historia tan descabellada si tenemos en cuenta que durante los años 60 la Fuerza Aerea de los Estados Unidos mantuvo en activo la operación Chrome Dome [14]. El programa consistía en varios bombarderos estratégicos B-52 Stratofortress armados con armas termonucleares con objetivos asignados en la Unión Soviética, volando permanentemente en horarios que garantizaran un número considerable de aviones en el aire, en el caso del estallido de la Tercera Guerra Mundial.

¡Alerta spoiler! (No sigas leyendo si vas a ver la película)

Captura-La Hora Incognita (1963,Mariano Ozores)(Castellano) (Spanish) Dvd-Rip Xvid-Mp3 (By Gcc Centralclasico) (1).avi-5

El fin se acerca y los personajes, refugiados en la iglesia, miran recelosos al cielo. ¿A quién dirigen sus reproches? ¿Acaso a Dios?, ¿o a la ciencia, el nuevo tótem padre del misil que está a punto de exterminarlos? O quizás convertidos en conejillos de indias del nuevo orden mundial, dedican su último pensamiento a los americanos o a los rusos, ya que no sabemos a quién se le ha escapado el cohete. A lo mejor, casi seguro, dedican estos últimos segundos a reflexiones más prosaicas. Y es que al final la vida se resiste a desaparecer por muy difícil que se lo ponga el ser humano, capaz de las mayores genialidades y las estupideces más atroces.

Fue en el año 1963 cuando murió asesinado en Texas John F.Kennedy. También fue este el año en que se conectó el teléfono rojo, el famoso aparato -de color negro en realidad- que unía el despacho del presidente estadounidense en Washington D. C., con su homónimo en Moscú. La Unión Soviética lanzó el Vostok 6, con la primera mujer cosmonauta, Valentina Tereshkova. Los Estados Unidos, la Unión Soviética y el Reino Unido firmaron el Tratado de prohibición parcial de ensayos nucleares. La BBC estrenó la serie de ciencia ficción Doctor Who y The Beatles publicaron Please Please Me y With the Beatles.

El premio nobel de física de este año fue para Eugene Paul Wigner, Maria Goeppert-Mayer y J. Hans D. Jensen, por sus contribuciones a la teoría del núcleo atómico y de las partículas elementales, en especial por el descubrimiento y aplicación de los importantes principios de simetría. Fue precisamente Eugene Paul Wigner uno de los cinco científicos que informaron al presidente Franklin D. Roosevelt en 1939 de la posible utilización militar de la energía atómica.

Fuentes

[1] Mariano Ozores, Respetable público (Cómo hice casi cien películas). Editorial Planeta, 2002.
[2] Vicente J. Benet, El cine español. Una historia cultural. Paidós, 2012
[3] Néstor Herran y Xavier Roqué (eds.), La física en la dictadura. Físicos, cultura y poder en España (1939-1975). Universitat Autònoma de Barcelona, Servei de Publicacions, 2012
[4] Wikipedia: José María Pemán (último acceso el 26 de noviembre de 2014)
[5] 222 cuestiones sobre la energía. Nuclenor (último acceso el 26 de noviembre de 2014)
[6] Santiago Vilanova, La bomba atòmica de Franco. Llibres de l’Índex, 2011
[7] Agustín Alonso Santos, Las primeras aplicaciones de las radiaciones ionizantes en España, presentación con ocasión del 30 aniversario de la SEPR.
[8] Roberto Qumata, Los planes atómicos de Franco y Carrero. El Correo Gallego, 2008
[9] Manuel P. Villatoro, El misterio de la bomba atómica que quiso fabricar Franco. ABC, publicado el 8 de mayo de 2013
[10] Santiago Perinat, España y el Tratado de No Proliferación Nuclear. El País, publicado el 29 de mayo de 1985
[11] Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares
[12] Flora Lewis, Palomares: Se ha perdido una bomba…H. Editorial Juventud, 1967
[13] Concha Barrigós, Un mapa radiológico para Palomares, Revista Alfa Nº2, 2008
[14] Wikipedia: Operación Chrome Dome (último acceso el 26 de noviembre de 2014)

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