La crisis silenciosa: cáncer y radioterapia en los países en vías de desarrollo

Sumario:

“Genet Ashenafi, una mujer etíope de 34 años madre de dos hijos, se empieza a asustar cuando se da cuenta de que su enfermedad no remite y de que la hemorragia continúa. Cuatro meses después de haber empezado con una sangrado vaginal abundante, en el hospital regional de la ciudad de Awasa, en el sur […]

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“Genet Ashenafi, una mujer etíope de 34 años madre de dos hijos, se empieza a asustar cuando se da cuenta de que su enfermedad no remite y de que la hemorragia continúa. Cuatro meses después de haber empezado con una sangrado vaginal abundante, en el hospital regional de la ciudad de Awasa, en el sur de Etiopía,se confirman sus peores temores. Es diagnosticada de cáncer cervical invasivo.
En ese momento Genet siente que su vida se derrumba. Probablemente en menos de dos años habrá fallecido y le angustia pensar qué será entonces de sus hijos.
Genet reza. Llora. Y sube a un autobús con su hijo adolescente rumbo al norte y juntos realizan un viaje de aproximadamente 300 kilómetros hasta la capital del país, Adís Abeba. Ha sido remitida por su hospital local para que le vea el Dr. Bogale Solomon, jefe del servicio de radioterapia del Hospital León Negro.
A Genet le prescriben un tratamiento de radioterapia de 30 días. Para el séptimo día el sangrado empieza a disminuir, aunque tiene naúseas, muy mal el estómago y nada de apetito. Pero está contenta de que los síntomas estén remitiendo y empieza a sentirse incluso algo esperanzada. Hace amistad con un grupo de pacientes, en su mayoría también mujeres, que asisten al tratamiento diario como pacientes ambulatorios. Todos ellos se tratan con radioterapia externa en un equipo de cobalto 60, radioisótopo que se lleva utilizando como herramienta terapéutica desde hace más de 60 años.
women-waiting-fadeGenet, que se casó con 12 años y tuvo su primer hijo con 14, es muy afortunada. Sólo el 1% de las mujeres de Etiopía en su misma situación tienen oportunidad de tratarse y menos aún que su tratamiento tenga éxito. “Sus posibilidades de curarse son buenas”, dice el Dr. Bogale, internista y además el único oncólogo radioterapéutico de todo Etiopía. » A pesar de que su enfermedad estaba demasiado avanzada para ser operada, es un estadio temprano porque el cáncer no se ha diseminado por fuera de la pelvis», explica»
Leí el caso de esta mujer etíope hace unos meses navegando en la página de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés). Me sobrecogió el sentimiento de impotencia que se transmite y la angustia de su protagonista, como persona y como madre. Después intenté averiguar más sobre su historia, porque tenía curiosidad por saber cómo había terminado el tratamiento y qué le ocurrió después. No conseguí saber más datos de ella ni de su familia, pero por el camino he aprendido mucho acerca de la situación del cáncer, en particular del de cérvix (cuello de útero), y de la radioterapia en lo que antes se llamaba “tercer mundo” y ahora “países en vías de desarrollo”.
No sé vosotros pero, al menos yo, había pensado muy ingenua y superficialmente que el cáncer no era una preocupación en esos países, porque tienen otros problemas más graves y acuciantes. ¡Qué equivocada estaba! Os cuento a continuación algunas de los datos que más me han llamado la atención de lo que he podido descubrir.
El cáncer actualmente es una de las principales causas de mortalidad en el mundo
Se estima que en el mundo 14 millones de personas padecen cáncer y que esta enfermedad es la responsable de 8 millones de muertes al año, por lo que constituye una de las principales causas de mortalidad en el mundo, por detrás del hambre y de las enfermedades cardiovasculares. Un tercio de estas muertes podrían evitarse si fuera detectado a tiempo. De hecho, tres cuartas partes de ellas ocurren en los países en vías de desarrollo, en los cuales los recursos para prevenir, diagnosticar y tratar el cáncer son muy escasos o incluso inexistentes.
Cáncer incidence and mortality
En esta gráfica se muestra la incidencia del cáncer y la mortalidad en mujeres y en hombres de diferentes regiones en el mundo. Se observa cómo la incidencia es mayor en los países desarrollados, fundamentalmente porque tienen una esperanza de vida más alta y también porque el número de casos diagnosticados es mayor. Sin embargo, la mortalidad en los países en vías de desarrollo se acerca a los casos detectados y, en comparación con los países desarrollados, es en muchos casos incluso mayor.
El cáncer de cuello de útero es el más frecuente en las mujeres africanas
En Etiopía, como en la mayoría de los países en vías de desarrollo, el cáncer del cuello del útero es el tipo de tumor más frecuente en las mujeres y afecta sobre todo a las mujeres de más de 30 años de edad, con un pico en el grupo de 40-45 años. El virus implicado en el desarrollo del cáncer de cérvix es el virus del papiloma humano (HPV, por sus siglas en inglés), que es una enfermedad de transmisión sexual. Además, los principales factores de riesgo para desarrollar este tipo de cáncer son los traumatismos debidos a repetidos partos y la falta de higiene relacionada con la pobreza, así como la propagación del virus del VIH que también ha aumentado el número de casos de mujeres que desarrollan cáncer de cuello uterino.
La vacunación contra el HPV generalizada tendría el potencial de reducir hasta en dos terceras partes el número de muertes por cáncer de cuello uterino en el mundo, siempre y cuando todas las mujeres se vacunaran. El problema es su precio, ya que cada una de las tres dosis necesarias cuesta unos 150€. Esto hace que sea poco accesible para los países en vías de desarrollo, que es donde sería más eficaz por el efecto de inmunidad de grupo que se conseguiría.
De hecho, en estos países la incidencia es más de cuatro veces mayor que en los países desarrollados donde además, el cribado y los análisis ginecológicos periódicos hacen posible un diagnóstico temprano y por ello un tratamiento muy eficaz con muy buen pronóstico en la mayoría de los casos. En cambio, se estima que más de 200.000 mujeres en los países en vías de desarrollo mueren de esta enfermedad cada año, debido a la detección muy tardía y a la escasez o incluso ausencia de herramientas preventivas y terapéuticas.
La radioterapia es una herramienta terapéutica fundamental para tratar el cáncer
Entre el 50 y 60% de todos los pacientes con cáncer precisan de radioterapia, bien como tratamiento exclusivo o en combinación con la cirugía, quimioterapia, inmunoterapia o terapia hormonal. La radioterapia constituye así uno de las herramientas más eficaces para luchar contra el cáncer y es imprescindible para el control de muchos tumores, como por ejemplo el de cérvix. También se utiliza como tratamiento paliativo en caso de metástasis óseas, de cáncer avanzado de pulmón, de cabeza y cuello incurable y para otras muchas emergencias relacionadas con el cáncer.
Treinta países no poseen ninguna unidad de radioterapia
En el mundo hay treinta países, de los cuales quince están en África, que no poseen ninguna unidad de tratamiento de radioterapia. El problema es especialmente grave en el África subsahariana, donde más del 80% de la población (y son más de mil millones de personas) viven sin un acceso a una radioterapia básica ni a otros tratamientos del cáncer. De hecho, en África el número de unidades de radioterapia por millón de habitantes es 17 veces menor que en Europa, y en Latinoamérica y en el Caribe un tercio menor que en Estados Unidos. En Etiopía, por ejemplo, un país de 91 millones de habitantes, dispone de 2 equipos de cobaltoterapia y ambos en el hospital León Negro en Adis Abeba. En Bizkaia, con una población de poco más de un millón de habitantes, tenemos 8 aceleradores lineales entre hospitales públicos y clínicas privadas, además de 2 unidades de braquiterapia. Y en España, con la mitad de habitantes que Etiopía, 238.
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La radioterapia en los países en vías de desarrollo es fundamentalmente paliativa
Como en los países en vías de desarrollo no hay medidas eficaces de prevención, ni diagnósticos precoces, la mayoría de los cánceres son detectados en un estadio muy avanzado, por lo que la única radioterapia que puede aplicarse es la paliativa, aún en los casos en los que, con un diagnóstico más temprano, tendrían alta probabilidad de curación.
En estos países, a diferencia de lo que ocurre en los países desarrollados en los que la radioterapia es mayoritariamente curativa, el 80% de las unidades de radioterapia se dedican a tratamientos paliativos que tienen como objetivo reducir el dolor, disminuir el sangrado y la obstrucción de órganos causada por los tumores. Para estos casos la radioterapia es una herramienta muy eficaz y barata si se compara con la quimioterapia y con los opiáceos, también utilizados para estos pacientes.
El cáncer, la crisis silenciosa de los países en vías de desarrollo
Aunque el cáncer es considerado por muchos como una enfermedad propia de los países desarrollados, la realidad es que nosotros tenemos establecidas muchas estrategias de control, programas de detección y terapia cada vez más sofisticados. Por ello los casos en los que el cáncer puede controlarse son cada vez mayores.
Sin embargo en África, en gran parte de Asia y Latinoamérica los pocos recursos que se destinan a la sanidad se concentran en enfermedades como la tuberculosis, la malaria, el VIH y diferentes infecciones, por lo que el cáncer, para el cual no hay programas ni estrategias para combatirlo, está creciendo rápidamente y convirtiéndose en una gigantesca epidemia en todos estos países. La IAEA ha bautizado el tratamiento del cáncer como la “crisis silenciosa” de los países en vías de desarrollo, porque no hay recursos destinados a combatirlo y su incidencia va en gran aumento.
En concreto el cáncer ginecológico (con una incidencia mucho menor y con un pronóstico muy bueno en los países desarrollados) es un grave problema que acaba con la vida de miles de madres jóvenes que son los pilares de sus familias. Un ejemplo es el de nuestra protagonista, que en un país como el nuestro se habría detectado mucho antes y el tratamiento y por tanto el pronóstico habría sido totalmente diferente.
A pesar de las diferencias tan grandes que hay con los países desarrollados, en los últimos años muchos gobiernos están tomando conciencia del problema social que constituye el cáncer y están empezando a elaborar programas de prevención, diagnóstico y terapia para combatirlo. En particular, en lo que respecta a la radioterapia, la IAEA, la OMS y otras organizaciones están colaborando en proyectos que hacen posible, no sólo la compra e instalación de equipos, sino también su mantenimiento y la formación del personal que trabaja con ellos, entre los que se incluyen médicos, técnicos, enfermeras y físicos. De todo ello me gustaría hablaros en los próximos posts, aunque creo que estos países necesitan mucho más que un desayuno con fotones.

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