Sumario:
¡Bienvenido 2019! Casi no me he dado cuenta pero ya pasó diciembre. Y con ello las navidades, los turrones, la lotería… pero si hay algo que me gusta de finalizar un año es echar la vista atrás y hacer balance de todo lo vivido. Porque a veces la memoria nos juega malas pasadas, y ¡no […]
¡Bienvenido 2019! Casi no me he dado cuenta pero ya pasó diciembre. Y con ello las navidades, los turrones, la lotería… pero si hay algo que me gusta de finalizar un año es echar la vista atrás y hacer balance de todo lo vivido. Porque a veces la memoria nos juega malas pasadas, y ¡no somos conscientes de todo lo que nos ha podido cundir el año!
Así que sin más preámbulo, allá voy:
En enero de 2018 comencé mi rotación de mama. Esta rotación fue todo un viaje en sí misma, y así os lo conté en la entrada «El periplo que puede ser aprender a hacer dosimetrías de mama». Aún no dominaba la mama, pero cuando me quise dar cuenta estaba pasando frío en Liubliana atendiendo a mi segundo curso de la ESTRO (esto también os lo conté en otra entrada) y sin apenas tiempo para deshacer la maleta me fui al II Workshop Español de Protonterapia (que fue todo un éxito como nos contó Rafael Arrans aquí).
Llegó abril y con ello también mi primer Congreso de la ESTRO, lo que también mereció una entrada (¡cómo no!). Se podría decir que después de esto tuve una segunda mitad de año más tranquilita, pero nada más lejos de la realidad.
En mayo organicé la despedida de mi súper R mayor, Alba Díaz, que fue muy emocionante a la par que estresante. Eso sí, lo peor estaba por llegar: tras su marcha, me convertía en R3, y con ello todo el peso de la responsabilidad de ser la R mayor del Servicio, las dudas y la incertidumbre de ver el final de la residencia ya como algo cercano, el qué pasará, qué será de mí… Pero bueno, había que mantener los nervios bajo control. Aún me quedaba un año entero de residencia y mucho que aprender. En ese momento me sumergía en el mundo de la braquiterapia ginecológica, que se merecería un post en sí mismo, y no podía dormirme en los laureles. La braquiterapia para cáncer de cérvix es un tratamiento que requiere de una alta compenetración entre médicos, enfermería, radiofísicos, técnicos… para llevar a cabo todo el flujo de trabajo que conlleva: ir a quirófano, realizar el TC, la RM, contornear, hacer la dosimetría… Pero esto no es lo que os quería contar.
En agosto estuve una semana en Copenhague. ¡Y qué semana! Comencé realizando el curso “Summer School on Imaging Modalities in Medical Physics”. Este curso duró dos días y fue tremendamente enriquecedor. Éramos poquitos alumnos, lo que permitía una mayor cercanía entre profesores y compañeros. El esquema fue el siguiente: el primer día estuvo dedicado al CT y el segundo día a la RM. Ambos días se dividieron en dos partes: la mañana se dedicaba a impartir teoría, y la tarde era para afianzar ésta a través de ejercicios prácticos. Como os imaginareis fue un curso muy interesante, en el que aprendí muchísimo. Pero el viaje no quedó ahí: el miércoles realicé el curso pre-congreso “Statistics in Medical Physics”, que para mí fue alucinante. No me digáis si es que soy una física rara a la que la gusta la estadística o qué, pero disfruté el curso como una enana y eso que tenía unas décimas de fiebre. A modo de resumen de las 8 horas de intensa información diré que no se nos debe olvidar nunca que: “no significativo estadísticamente” no es sinónimo de “sin relevancia clínica” y viceversa.
Tras estas tomas de contacto, ya llegó por fin el congreso en sí mismo (II European Congress of Medical Physics). Y con él, llegó todo el boom de asistentes, ver a colegas de profesión, escuchar ponencias varias… y la rutina típica de los congresos.
El otoño llegó en el calendario (y digo en el calendario porque en Canarias apenas se notan las estaciones, es lo que tiene tener el mejor clima del mundo 😛 ) y yo había finalizado mi rotación en braquiterapia ginecológica. En este momento, mi nivel de estrés subió de nuevo, ya que llegados a este punto sólo me quedaba una rotación que realizar dentro de mi PIF (Plan Individual de Formación) y con ella, la sensación de ver el final cada vez más cerca. En esta rotación vería todas las patologías que no había visto anteriormente como son: cabeza y cuello, cerebrales, pulmones, tórax y abdomen, extremidades y diferentes técnicas como la SBRT o la radiocirugía. Prometía ser un fin de año intenso en cuanto a conocimientos. Pero mi inquietud no me iba a dejar tranquila sólo con eso.
Tras haber cumplido 30 años, en octubre me fui a Valencia a mi tercer curso de la ESTRO (Advanced Physics for Brachytherapy). Poder asistir a este curso fue todo un lujo por varios motivos, entre los que destacaré dos principalmente. El primero de ellos es que haber asistido en marzo al curso de fundamentos básicos de Braquiterapia me permitió tener una buena base para atender todos los conocimientos que en el curso avanzado se abordaron. En segundo lugar, el hecho de que el curso fuera en España fue todo un aliciente. Esto significaba: buena comida, un gran número de colegas y compañeros españoles con los que reencontrarme y sentirme en mi país, en casa.
Al finalizar el curso, tuve el tiempo justo, para ir a casa, coger fuerzas, y prepararme para la que sería mi gran última experiencia del año 2018: mi rotación de un mes en el Hospital
Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda (HUPHM). Vivir un mes en Madrid es toda una experiencia, no siempre agradable debido a las largas distancias, pero inolvidable sin ninguna duda. Ese mes ha sido extremadamente intenso y enriquecedor.
He conocido el maravilloso mundo de la tomoterapia, su alto poder de conformación y el juego infinito que da debido a sus componentes característicos. También he ganado confianza con la técnica 3D-conformada (sonará extraño, pero formarte en un hospital en el que la mayoría de los tratamientos son con VMAT e IMRT como es el mío, hace necesario a veces volver la vista hacia conceptos más básicos que te hagan entender cómo se ha llegado a técnicas más avanzadas). He visto la forma habitual de realizar una TBI (Total Body Irradiation), en mi hospital no hacemos la técnica al uso, pero esto es harina de otro costal; y también he descubierto el tratamiento TSI (Total Skin Irradiation) para el tratamiento de la micosis fungoide en el que el HUPHM es centro de referencia a nivel nacional. Además he visto llevar a la práctica dosimetría in vivo mediante diodos.
Así que dicho esto, no cabe duda de que he acabado el año 2018 muy agotada, muy cansada, pero también muy orgullosa de mí misma y muy satisfecha. Pero esto no sólo es mérito mío; así que no me puedo despedir de este año 2018 sin dar gracias:
Antes de nada a mi tutora y al Jefe de mi Servicio, que me dan todas las facilidades para cogerme las vacaciones y que pueda vivir todas estas andanzas.
A la que siempre será mi R mayor (actual adjunta), porque es un ejemplo a seguir, y un espejo en el que siempre me gusta mirarme.
A todos los compañeros, amigos y colegas de profesión que he conocido o vuelto a ver en todos mis múltiples viajes.
A todo el servicio de Radiofísica del HUPHM, que han hecho que viva una estancia muy agradable. Pero no puedo irme sin hacer algunas menciones especiales. A Ruth y Patricia que han sido mis tutoras de rotación y me han enseñado todo lo que sé acerca de la tomo; además son todo un referente para mí: grandes profesionales, buenas madres que hacen malabarismos para conciliar vida laboral con vida personal, buenas compañeras… ¿qué más se puede pedir? Mujeres así son las que yo llamo SuperWoman del siglo XXI. A Alfredo y Nuria, que los conocí en el curso de Valencia y me ha encantado conocerlos más todo este mes y ver lo grandes personas que son. A Mónica y Mª Ángeles, con las que he compartido momentos siendo residentes, y ahora son unas pedazo de adjuntas. A Virginia, mi co-erre, la chica de la sonrisa eterna, que no veía desde Baeza pero su sonrisa siempre está ahí, para alegrarte los días. A Jaime, que aun siendo el jefe, y teniendo mil compromisos, sacó tiempo para mostrarme un poco de ese maravilloso mundo que puede ser la Dosimetría Portal. Pero no sería justa si no dijera un GRACIAS inmenso a todo el Servicio en su conjunto: Radiofísicos y técnicos. Todo son tremendamente docentes, y esto es algo de admirar. Son un hospital que reciben constantemente residentes rotantes, estudiantes de técnicos, estudiantes de prácticas y nunca, nunca, cesan en su empeño de enseñar y transmitir toda la información que poseen. Todo un ejemplo a seguir.
Y dicho esto, me despido, deseándoos feliz año 2019 a todos y adelantándoos que en enero ¡¡me voy a Utrecht a ver el acelerador con resonancia magnética!! Así que, este 2019 promete también ser movidito. Os iré informando 😉
PD.- La imagen principal de esta entrada fue durante la semana de la ciencia en la Universidad Complutense de Madrid. En el VI Curso Básico de Fusión Nuclear organizado por Jóvenes Nucleares tuve la suerte de poder impartir un tema. Una experiencia en la que no sólo tengo que agradecer a Jóvenes Nucleares sino también a mis compañeros en la J-SEPR. ¡Gracias!