Marisa Villafranca, enfermera de radioterapia

Sumario:

Marisa es una de las enfermeras veteranas en el Servicio de Radioterapia del Hospital de Basurto. Yo la conocí el primer día de mi rotación en Basurto, cuando aún era R2. Fue hace más de diez años y ella ya llevaba unos cuantos tratando pacientes en los dos aceleradores y en el equipo de cobaltoterapia […]

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Marisa 2

Marisa es una de las enfermeras veteranas en el Servicio de Radioterapia del Hospital de Basurto. Yo la conocí el primer día de mi rotación en Basurto, cuando aún era R2. Fue hace más de diez años y ella ya llevaba unos cuantos tratando pacientes en los dos aceleradores y en el equipo de cobaltoterapia que había entonces. En aquella época la especialidad de técnico en radioterapia era nueva y eran las enfermeras las que, además de realizar la propia labor de enfermería, colocaban a los pacientes en la máquina de tratamiento, ponían las cuñas, los bloques de conformación y el aplicador de electrones. Poco tiempo después los técnicos, la mayoría de nuestra escuela, se fueron incorporando al servicio y Marisa, junto con sus compañeras enfermeras, pasó a trabajar en exclusiva en la consulta de enfermería y en el quirófano de braquiterapia.

Nada más ver a Marisa te das cuenta de que es una enamorada de su trabajo. Es perfeccionista y se entrega al cien por cien a cualquier tarea que se le encomiende, sin prisa y con cariño. Es una gozada tenerla como compañera y los pacientes la aprecian mucho y a menudo preguntan por ella. También enseguida se nota que tiene buen carácter y mucho sentido del humor, y es el alma máter de cualquier cena o fiesta que organizamos. Además tiene mucha memoria y se acuerda de un montón anécdotas muy graciosas que le han pasado con médicos y pacientes. Las cuenta tan bien y nos reímos tanto que no nos importa escucharlas muchas veces, bueno, a veces hasta se lo pedimos.

Marisa es una persona muy inquieta y curiosa: lee mucho, va a menudo al cine y está abierta a conocer siempre cosas nuevas. Dice que es muy mala en matemáticas porque tuvo en el colegio una profesora que se lo hizo pasar mal, pero yo creo que no es para tanto.

Suele leer el blog, aunque reconoce que se pierde con las entradas “muy físicas”. Estoy segura de que esta entrevista le va a hacer ilusión, porque en el blog se habla mucho de físicos, de médicos, de técnicos… pero, como ella dice,  “¿qué hay de las enfermeras?”. Pues aquí están. Porque sí, las enfermeras trabajan en los servicios de radioterapia y hacen una labor importante en el tratamiento de nuestros pacientes.

¿Cuántos años llevas trabajando en el hospital de Basurto? ¿Y en radioterapia?

Contando los años de estudio (hice enfermería en la Escuela del Hospital de Basurto entre los años 1976 y 1979), este año va a hacer 39 años que estoy en este centro y los últimos 22 en Radioterapia.

¿Cómo empezaste a trabajar en el Servicio de Radioterapia? Siempre cuentas que si hubieras sabido conducir no estarías en Radioterapia.

“Caer” en este Servicio fue una especie de carambola. Tras trabajar más de diez años en el Servicio de Urgencias, llevaba dos años en Nefrología “disfrutando” de un turno sin noches y sin domingos , cuando se remodeló el Servicio y resultó que sobrábamos las dos últimas enfermeras que habíamos llegado. La jefatura de enfermería me ofreció una plaza en Hospidom (hospitalización a domicilio), pero era indispensable tener carnet de conducir. Como yo no lo tenía, me dieron un plazo de tres meses para sacármelo y en ello estaba cuando me propusieron una plaza en Radioterapia, porque iban a ampliar el Servicio con un nuevo acelerador de electrones. Desde luego acepté, con tal de quitarme de encima lo del carnet de conducir… lo que fuera. En resumen, estoy en Radioterapia por no tener carnet de conducir.

¿Cómo fue tu formación?

Mi formación no fue como esperaba. Llegué al Servicio a la vez que otras dos enfermeras de mi promoción, Conchi y Maite, que venían de Cirugía. Radioterapia nos pareció un mundo distinto a cualquier otro servicio del hospital.
Nada más empezar nos enviaron a Madrid con el objetivo de formarnos y que obtuviéramos la licencia de operador de instalaciones radiactivas. Éramos un grupo variopinto en clase, había enfermeras, obreros de la naval del Puerto de Santamaría, trabajadores de centrales nucleares, etc. El primer día nos entregaron un libro enorme de física con cuestiones teóricas y problemas.En la primera clase entendí los primeros diez minutos, recuerdo del bachiller: protones, neutrones, electrones que cambiaban de órbita y emitían energía… y hasta ahí. Todo lo siguiente era nuevo, me parecía una broma, era imposible aprender todo aquello en 15 días. Pensaba que todo iba a ser un mero trámite y que nos aprobarían sin más a todos. Pero pronto vi que no, que el tema iba en serio, así que me puse a estudiar y apenas salí del hotel mientras me arrepentía de no haber seguido con el carnet de conducir. Reconozco que adquirí cierto “nivelillo” sobre radiofísica, por lo menos de teoría, porque la práctica fue otra cosa. Al volver al hospital echamos de menos un tutor de referencia y fueron unos meses de observar y preguntar a unos y a otros. De esa época guardo buen recuerdo de algunas personas que tuvieron paciencia y se esforzaron en enseñarnos. También tengo malos recuerdos, fue muy complicado hacernos con un trabajo tan ajeno a lo que hasta entonces habíamos hecho. Hasta que no pasaron un par de años no me sentí digamos a gusto. Pienso que es importantísimo una buena acogida a los nuevos por parte del personal con más experiencia y hay que hacer un esfuerzo porque revierte en un beneficio para todos.

Ahora trabajas en la consulta de enfermería pero, ¿cuánto tiempo estuviste trabajando en las máquinas de tratamiento, haciendo además de la labor de enfermería el trabajo que ahora desempeñan los técnicos de máquina?

Pues doce años aproximadamente y fue un poco locura. Al principio de esa época también llevábamos nosotras las enfermeras la lista de espera, los plomos también los teníamos que cambiar nosotras, pesaran lo que pesaran y los cuidados de enfermería los hacíamos sobre la marcha, según acompañábamos al paciente a la cabina para vestirse después del tratamiento. Todo esto ha cambiado mucho, afortunadamente.

¿Cuál es tu relación con la física? ¿Qué sabes acerca de los rayos X y electrones que se utilizan para los tratamientos?

Mi relación con la física es circunstancial dado el servicio en el que trabajo. Nunca imaginé que iba a necesitar saber de Física cuando estudié enfermería. Ahora, después de 22 años en Radioterapia, sé “muchísimo” de fotones, electrones y de desintegraciones nucleares.

Los pacientes que están en tratamiento tienen consulta con vosotras las enfermeras mínimo una vez a la semana. ¿Es habitual que os pregunten dudas o que os comuniquen sus miedos a las radiaciones con las que se están tratando?

Sí, es muy habitual. Muchos de ellos actúan como si nadie les hubiera comunicado nunca nada, a pesar de estar informados por su médico y por nosotras en la primera consulta de enfermería. En cuanto a sus miedos a las radiaciones daría para escribir una enciclopedia. Sus preocupaciones son muy variadas y a menudo peregrinas, pero hay que entenderlas también. Son muy frecuentes las relacionadas con los aparatos genito-urinario y digestivo, preguntan a ver si se convierten en radiactivos ellos mismo y pueden dañar a su familia, si se van a curar (muy comprensible) y temas como la alimentación, sexo o terapias alternativas también tocan. Es necesario tener mucho sentido común, estar preparada y ser muy empática para tratar con ellos.

¿Te acuerdas de alguna anécdota o pregunta curiosa de algún paciente?

Sí, en una ocasión, cuando llevaba sólo unos meses trabajando, mientras colocaba a un paciente en la mesa de cobaltoterapia me preguntó a ver cuál era el periodo de semidesintegración del cobalto 60 y que cuánto tiempo tenía nuestra pastilla. ¡Uf! Después supe que era profesor de la Universidad del País Vasco.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo? ¿Y lo que menos?

Lo que más me gusta de mi trabajo es la braquiterapia, aunque la consulta de enfermería también. Fuimos pioneras junto con enfermeras de otros centros en la puesta en marcha de la consulta de enfermería. Fue una etapa muy ilusionante, porque trabajamos elaborando protocolos de cuidados, preparamos artículos y ponencias y asistimos con ellos a congresos donde nos relacionamos con otras profesionales como nosotras, y eso siempre es bueno. Lo que menos me gusta, las necesarias relaciones interpersonales con los diferentes estamentos del servicio, porque a veces son difíciles. Llegar a acuerdos y respetarlos es complicado.

El otro día comentabas que las cuatro enfermeras que trabajáis en el servicio os vais a jubilar prácticamente al mismo tiempo. Viéndolo con perspectiva, ¿cuál crees que debería ser la formación de una enfermera que se incorporara al servicio?

Pues como es un trabajo desconocido para el colectivo de enfermería y no tienen mucha idea de la labor que las enfermeras desarrollamos en el servicio de radioterapia, se debería planificar de antemano y dedicar tiempo de calidad a las enfermeras que nos vayan a sustituir, a fin de que conozcan bien todas las áreas del servicio, se familiaricen con los protocolos de cuidados y aprendan a manejarlos, que sepan los efectos secundarios que produce la radioterapia dependiendo de la zona tratada y, por supuesto, nociones de qué son las radiaciones ionizantes y cuestiones de protección radiológica.
Cambiarían mucho las cosas si el servicio de radioterapia fuera considerado “especial”, como lo son por ejemplo las unidades de reanimación, quirófano o pediatría. Sin embargo, tal y como funcionan las cosas al menos en nuestro centro, se considera que tres días o a lo sumo una semana de formación es suficiente y no es así.

¿Qué consejo le darías a una compañera que se fuera a incorporar? ¿La animarías a trabajar en radioterapia?

Desde luego que la animaría. Mi experiencia en este servicio es muy buena en general. Pero creo que lo ideal antes de trabajar en radioterapia es tener experiencia en otros servicios del hospital, como cirugía, medicina, urgencias, es decir, el tener cierto bagaje le iba a venir muy bien para trabajar con nuestros pacientes.

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