¿Son peligrosas las placas vitrocerámicas de inducción?

Sumario:

Muchos de nuestros lectores -aquellos cuya infancia haya transcurrido en los años 80- recordarán sin duda a los electroduendes. Las aventuras de aquellos nefastos seres que vivían ocultos entre los cables y condensadores de los aparatos electrónicos que por aquel entonces comenzaban a inundar los hogares nos acompañaban, todos los sábados por la mañana, en […]

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Muchos de nuestros lectores -aquellos cuya infancia haya transcurrido en los años 80- recordarán sin duda a los electroduendes. Las aventuras de aquellos nefastos seres que vivían ocultos entre los cables y condensadores de los aparatos electrónicos que por aquel entonces comenzaban a inundar los hogares nos acompañaban, todos los sábados por la mañana, en La bola de cristal. Se me antoja que estos duendes nacieron como reflejo del desasosiego que producía la tecnología -o más bien su invasión- en lo cotidiano. La cultura popular tiene sus mecanismos, y la transmutación de nuestros miedos en monstruosidades atroces es algo familiar en el mundo de la radiación. Lo nuevo es siempre una ventana a lo desconocido, un territorio inexplorado. Hay quien siente fascinación automática por lo recién llegado y hay quien no ve en lo novedoso más que una garantía de catástrofe. Es justo reconocer que conviene ser prudentes… y de esto también tenemos buenos ejemplos en el uso precipitado que se hizo de las radiaciones ionizantes tras su descubrimiento. Dicho esto, hay que evitar que los miedos se conviertan en paranoias, y si carecen de justificación, lo más razonable y sano es descartarlos y disfrutar de la tecnología que al fin y al cabo está aquí para hacernos la vida más fácil.

Noticia publicada en La Voz en los años 30 (mil gracias a @mtascon)

Besar o no besar.. El principio de prudencia puesto a prueba. Noticia publicada en La Voz en los años 30 (mil gracias a @mtascon)

Las placas vitrocerámicas

Hace algunos meses un lector del blog se dirigió a nosotros preocupado por  la información que había leído en algunas páginas de internet sobre las placas vitrocerámicas, y nos preguntaba: ¿Son las vitrocerámicas tan peligrosas para la salud como dicen? Confieso que mi primera reacción a esta pregunta fue pensar ¿quién demonios puede estar sembrando el pánico con las vitrocerámicas? Permítidme que deje para el final esta cuestión y comience contestando al asunto de las vitrocerámicas que era eso lo que preocupaba a nuestro lector.

¿Son las placas vitrocerámicas peligrosas para la salud?

No. No existen evidencias que hagan que resulte razonable suponer que el uso de las placas vitrocerámicas pueda representar riesgo alguno para la salud. Podrían resultar un problema para personas con marcapasos pero parece que este es un asunto resuelto y del que tampoco hay que preocuparse. Vamos por qué.

¿Cómo funciona?

Interior de una placa vitrocerámica en la que se aprecia la bobina en la que se genera el campo magnético de alta frecuencia.

Interior de una placa vitrocerámica en la que se aprecia la bobina en la que se genera el campo magnético de alta frecuencia.

Vamos por partes, ¿cómo calienta la comida una vitrocerámica de inducción? El calentamiento por inducción funciona aprovechando un fenómeno físico, denominado inducción electromagnética, que consiste en la generación de una fuerza electromotriz (capaz de mover electrones) en un medio cuando hay presente un campo magnético que cambia con el tiempo. Cuando dicho medio es un conductor se producen corrientes inducidas en éste denominadas corrientes de Foucault o corrientes parásitas. En la cocina de inducción lo que tenemos es una bobina situada bajo la placa sobre la que se coloca el recipiente. En la bobina, que está asociada a un circuito bastante sofisticado, se genera un campo magnético variable de alta frecuencia (entre 20 y 50 kHz). Al poner el recipiente sobre este campo, si este es del material adecuado, se crearán en este las ya mencionadas corrientes. Este es un punto bastante importante, habrán notado que no sirve cualquier cacharro para cocinar con vitrocerámicas de inducción, el recipiente debe ser de un material ferromagnético (tal que un imán se quedará pegado a él) si no, el campo no producirá los efectos deseados y el recipiente no se calentará.

Pero, ¿por qué se calienta el cacharro? Las corrientes de Foucault que induce el campo crean pérdidas de energía a través del efecto Joule. Se conoce como efecto Joule al fenómeno por el cual si en un conductor circula corriente eléctrica, parte de la energía cinética de los electrones se transforma en calor debido a los choques que sufren con los átomos del material conductor por el que circulan. A este fenómeno se suma el de histéresis del material ferromagnético que es como se conoce a la resistencia magnética del material a los cambios de magnetización que sufre. Esta oposición al cambio de magnetización se traduce también en calor.

A diferencia de otras formas de calentar, en la vitrocerámica el calor se produce directamente en el recipiente que se utiliza para cocinar los alimentos lo que las hace mucho más eficientes.

¿Son seguras?

El problema, de existir, estaría relacionado con el campo magnético de alta frecuencia, ¿qué efectos puede tener sobre nosotros? Para responder a esta pregunta hay dos cuestiones a las que debemos atender. La primera es el tipo de campo electromagnético del que se trata, es decir, cual es su frecuencia. La segunda es el grado de exposición que exista a este campo que estará relacionado con la intensidad del mismo.

Empezaré respondiendo a esta última cuestión, la intensidad de los campos magnéticos se mide en micro Teslas ($latex \mu T$) y disminuye rápidamente al aumentar la distancia, y para el caso de los campos implicados en la placas vitrocerámicas (limitados por ley a valores de 100 $latex \mu T$ en contacto) a una distancia de unos 30 cm es muy, muy bajo (del orden de 10 $latex \mu T$). Para poner estos números en contexto pueden compararse con la intensidad promedio del campo magnético terrestre que es del orden de 50 $latex \mu T$ y el de un imán de nevera de 10000 $latex \mu T$ (para estos campos no existen limitaciones porque son diferentes, son estáticos). Así que, para empezar, la única forma de verse sometido a una exposición no trivial sería pasando muchísimo (pero mucho, mucho) tiempo literalmente pegado a la placa vitrocerámica encendida. Esta situación es completamente irreal por lo que en la práctica el uso de las placas vitrocerámicas siempre da lugar a exposiciones bajísimas.

Pero hemos de atender también al primer punto ya que podría ser que la naturaleza de la radiación fuese tal que, aunque la exposición fuese baja, pudiese resultar perjudicial. La frecuencia de estos campos magnéticos, como ya se ha dicho, está entre los 20 y 50 kHz lo que los sitúa entre las microondas (100 kHz a 300 GHz) y los campos de frecuencia extremadamente baja como los que producen las líneas de tendido eléctrico (0 a 300 Hz). En los últimos 30 años, se han publicado aproximadamente 25.000 artículos sobre los efectos biológicos y aplicaciones de la radiación no ionizante [1]. Los conocimientos científicos en este campo son ahora más amplios que los correspondientes a la mayoría de los productos químicos. Según experimentos realizados con voluntarios sanos, la exposición a corto plazo a los niveles presentes en el medio ambiente o en el hogar no produce ningún efecto perjudicial manifiesto. Tampoco existen estudios epidemiológicos que confirmen que la exposición a campos electromagnéticos de baja intensidad produzca ninguna consecuencia para la salud. No obstante, la investigación continúa y actualmente se centra en la cuestión de si bajos niveles de exposición a largo plazo pueden o no provocar respuestas biológicas e influir en el bienestar de las personas. Debe tenerse en cuenta que, por un lado, es altamente improbable que niveles de exposición tan bajos den lugar a algún efecto sobre la salud y, por otro, de existir, son probablemente muy pequeños comparados con otros riesgos para la salud a los que se enfrentan las personas de forma cotidiana.

Por último, en el caso de personas que utilicen marcapasos, los estudios realizados parecen confirmar que las placas vitrocerámicas no representan ningún riesgo [2]. Pero en este caso se recomienda siempre seguir las recomendaciones del cardiólogo.

En resumen, por todo lo anterior y de acuerdo a los límites fijados en la legislación para su funcionamiento, no parece razonable suponer que el uso de las placas de inducción resulte nocivo para el ser humano o pueda resultar en riesgos para la salud mayores a los que se aceptan de forma cotidiana.

Los electroduendes

Llegados a este punto tengo una confesión que hacerles: sospecho que los electroduendes sí existen, que están entre nosotros y que se dedican a escribir en determinadas páginas web. Es la única explicación que encuentro a la existencia de sitios en los que se propaga la desconfianza y el miedo gratuito hacia la tecnología.

En Internet se pueden encontrar afirmaciones como que los campos de inducción de estas placas pueden destruir los tejidos de quien esté cerca o que si las utilizan mujeres embarazadas, estas expondrán al feto a [sic] “una contaminación electromagnética brutal” que puede producir “daños neuronales al futuro bebé”. Ante semejantes barbaridades es normal que cualquiera se preocupe. Como ya se ha explicado, no existen estudios que puedan servir de base a afirmaciones tan categóricas. La exposición acumulada a largo plazo es una cuestión sobre la que se sigue investigando pero el hecho de que no existan evidencias epidemiológicas de asociación entre el uso de las cocinas vitrocerámicas y efectos sobre la salud conduce a pensar que, de existir efectos, estos serán muy débiles por lo que semejantes afirmaciones carecen de sentido.

No siempre es fácil detectar a estos electroduendes: son hábiles y utilizan con soltura, aunque con perseverante incoherencia, un lenguaje cargado de términos científicos. Adornan sus textos con gráficas e incluso citan artículos publicados en revistas científicas aunque en no pocas ocasiones sus conclusiones poco tengan que ver con aquello que se referencia. Tienen cierta tendencia a las teorías de la conspiración y eso les delata. En cualquier caso, ante la duda, cuando se busca información en internet suele ser buena idea ir a las fuentes y centrarse en páginas de instituciones o sociedades de reconocido prestigio. En este sentido no puedo dejar de recomendar la sección de preguntas y respuestas de la Sociedad Española de Protección Radiológica, una herramienta de información extraordinaria con una sección específica de radiaciones no ionizantes.

Referencias

[1] OMS. Campos electromagnéticos y salud pública
[2] Induction Cooking: Radiation Hazards?

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